ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película Transcendence (Wally Pfister, 2014)

sábado, 2 de agosto de 2014

Crítica de la película Transcendence (Wally Pfister, 2014)


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC


Ejemplo perfecto de película fallida Transcendence, interesante propuesta, densidad conceptual, pero nada funciona. La forma de desarrollar y dar respuesta a las interesantes preguntas que puede plantear la cinta es tremendamente torpe, dramática y narrativamente resulta sorprendentemente incompetente, no hay suspense, no se logra tensión ni conflicto dramático alguno que pueda interesar y todas las soluciones y decisiones se antojan las más ineptas y las peores posibles.


Wally Pfister es el director de fotografía de Christopher Nolan y deja patente que esa labor no implica que luego se sea buen director… La fotografía, eso sí, es buena y deja gotas apreciables en este deslavazado, y profundamente esquemático, trabajo de ciencia ficción filosófica. Por supuesto encontraremos elementos muy nolanescos en la cinta, por ejemplo la muerte del cónyuge como recurso dramático y motivación de los personajes.

El conflicto e impacto que produciría una sociedad sin tecnología, la dependencia/necesidad que tenemos de ella, es una de las primeras tesis que se comienzan a desarrollar en la cinta con esos planos de máquinas y objetos tecnológicos, imprescindibles hoy, tirados por todos lados, inservibles… Un flashback nos contará cómo y por qué se ha llegado a eso. Interesante planteamiento, pero Pfister se muestra incapaz de hacerlo atractivo o inquietante…



Uno de los principales rasgos de estilo, que se sustentan en la fotografía, evidentemente, de Pfister lo tenemos con los planos detalle o escindidos que funcionan como cebos. Objetos o elementos que se muestran y cobrarán todo su sentido posteriormente, los semáforos apagados, los móviles y ordenadores inservibles que cobrarán sentido al final de la película; el pastel que Freeman no come; los auriculares de los trabajadores al inicio; la extraña del público escuchando a Depp; el tocadiscos…

Son muy interesantes y no pocas las preguntas que uno puede rascar de la película, ¿dónde reside el alma? ¿Qué define al ser humano? ¿Puede una máquina replicar una mente humana? ¿Dónde está nuestra identidad? ¿Qué la define? ¿Qué puede hacerla variar o cambiar? ¿Hay que poner límites a la inteligencia? ¿Lleva ésta de forma irremediable a la deshumanización? De igual manera tenemos reflexiones como la idea de un dios tecnológico; los peligros de la tecnología, una idea muy manida de moralismo muy visto en la ciencia ficción; la tecnología como decisión individual y voluntaria que poco a poco se nos pretende hurtar; la individualidad que peligra en la perfección… Los triste o lo decepcionante es que todas estas cuestiones llevan un desarrollo dramático y narrativo deplorable, que en ningún momento captan la atención del espectador que se mantiene ajeno y lejano a todo lo que suceden, entre otras cosas por la extrema frialdad de la cinta.



Johnny Depp, que cada día que pasa se va pareciendo más a Silvester Stallone, tiene un retrato visual en la película bastante bueno y está muy bien llevado, pasando de su sano rostro normal a un paulatino deterioro, del mismo modo se superpondrán cristales y distorsiones hasta su conversión en alguien digital… Aquí hay una interesante idea en la trama, ya que los que parecen los villanos en realidad serán salvadores, los terroristas antitecnología, y los que parecen los buenos acabarán suponiendo la amenaza. Lástima, de nuevo, que a esto no se le saca el más mínimo partido, ni se logra perturbar ni emocionar ni generar ningún tipo de tensión. Es una lamentable cinta neutra.

Paul Bettany interpreta al científico humanista que lleva el mismo camino que el espectador, es el personaje con el que se supone debemos identificarnos.

Esta “Transcendence” pretende ser el reverso oscuro de esa obra de arte que es “Her” (2013), y no es mala intención ya que hay material para ello, pero el resultado no le llega a la cinta de Spike Jonze ni a las uñas de los pies. También hay paralelismos entre este tranquilo y todo poderoso Johnny Depp y el H.A.L de “2001: Una odisea del espacio” (Stanley Kubrick, 1968).




Hay una máquina con alma humana, en teoría, que se va apoderando del mundo, convirtiéndose en una deidad a todos los niveles, la cinta también tiene su interpretación religiosa, hombres convertidos en Terminators, una relación de amor mental casi imposible… pero según avanzan los minutos vemos que a nada se le saca el más mínimo partido, perdiéndose en tediosas conversaciones e interrumpiendo esos planteamientos de forma desesperante. Hay situaciones ridículas con escenas que parecen pretender dar un impulso de acción a la cinta y un uso de los efectos especiales que en ocasiones roza lo bochornoso (ese momento con un hombre saltando a una escaleta vertical da casi grima…).

No faltan tópicos, desde la moralina sobre los peligros de la tecnología al uso de un virus como solución a los males… Todo esto pasado por un barniz romántico, el amor vinculador y traidor, que acaba suponiendo uno de los grandes defectos del film, ya que la frialdad imperante y la falta de intensidad emocional, además de ritmo, provoca desapego en el espectador. Si vinculas tus propuestas a aspectos emocionales y estos no funcionan ni se aprecian, la idea está abocada al fracaso… Una máquina puede analizar constantes, pero no interpretar intenciones ni motivaciones. Una máquina, por mucho que imite la mentalidad humana, no puede creer o confiar, sólo calibrar lógicas que si se mezclaran con las creencias la podrían hacer fallar. Depp acaba confiando en su amada dejando de manifiesto un alma en la máquina, es la única forma de entender el romántico final.

Todos los personajes son intrascendentes, llevando la contraria al título de la cinta, con lo que aunque los actores hacen los que pueden es muy difícil que encontremos emoción o humanidad en ellos. Un proyecto fallido, una ocasión tristemente perdida.

©Jorge García

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