by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)

A Ghost los descubrí –o quizás sería más acertado decir que descubrí a
Tobias Forge– con su primer trabajo, el sorprendente Opus Eponymous. Fue
toda una suerte porque desde entonces me he hecho con todos sus elepés y
cada uno me ha gustado más que el anterior, algo que –sobre todo hoy en día–
es difícil que me ocurra con otras bandas. Este año ha llegado el esperadísimo nuevo disco
del sueco y sus colaboradores de sesión, esta maravilla titulada Impera que
va a ser difícil de superar. Y aunque hace tiempo que ya llegó a casa la
copia que hoy os presento –preciosa, por otra parte–, he esperado a que se
calmase un poco la fiebre para dedicarle una entrada. Sé que la banda tiene tantos haters –yo de
vosotros dejaría ya de leer y a otra cosa– como adoradores, pero nadie puede
negar que este disco es uno de los lanzamientos del año. Solo hay que ver la
ingente cantidad de reseñas –la práctica totalidad positivas, todo hay que
decirlo– que la segunda semana de marzo proliferaron de parte de aficionados
y profesionales del ramo. Y es por eso que hasta ahora no me he decidido a
hablar un poco de esta obra ya que me siento incapaz de aportar más a todo
cuanto se ha vertido ya sobre ella.
Así pues, se hace difícil no sucumbir a todo lo que se ha ido leyendo
porque en un disco que supone tal mezcla –genial, en mi opinión– de estilos,
sonidos e ideas que los amantes del rock duro de las últimas cinco décadas
adoramos, al final todos hemos descubierto aquí y allá las mismas
influencias y destellos de origen conocido. Pero a lo que vamos. En lo que se refiere a los
aspectos más técnicos, el álbum se ha grabado entre los estudios Apmamman y
Atlantis Metronome de Estocolmo y los Capitol studios de Los Angeles, con
Klas Ahlund a la producción y Andy Wallace a las mezclas, poca
broma.
Como es habitual, no sabemos qué músicos de sesión han participado en la confección del disco ya que aparecen bajo la denominación de Nameless Ghouls, aunque sabemos que el vocalista Papa Emeritus IV es evidentemente Tobias Forge, que también se hace cargo de algunos instrumentos. Seguramente el propio productor y el compositor Salem Al Fakir también hayan aportado guitarras y teclados, aunque solo se acredita a Hux Nettermalm como batería, Fredrik Akesson como guitarrista y Martin Hederos como pianista.
Sea como sea, y con portada nuevamente del estupendo ilustrador de
Cracovia Zbigniew M. Bielak, Impera tiene el siguiente track
list:
A
Imperium
Kaisarion
Spillways
Call me little sunshine
Hunter’s moon
Watcher in the sky
B
Dominion
Twenties
Darkness at the heart of my love
Griftwood
Bite of passage
Respite on the spitafields
Y aquí van mis impresiones totalmente subjetivas, estériles y
–seguramente– repetitivas por todo cuanto se ha escrito ya.
Inaugura el disco la sencilla a la par que enérgica Imperium, con un
esqueleto de guitarra acústica pero vestida con teclados y un ritmo casi
militar de batería. Es la intro perfecta que precede a Kaisairon, con un
inicio que me recordó la primera vez al de Green-tinted sixties mind de Mr.
Big y que es un temazo de pop metal pegadizo con coros bonitos, resultado de
meter en la coctelera ramalazos prog a lo Rush y hard ochentero. El trabajo de
guitarras me encanta. Spillways es hard pop que tanto nos evoca a los
primerizos Bon Jovi como a Abba, siempre sin perder de vista ese manto de
energía metalera que a los que amamos esta banda nos atrae tanto.
Nuevamente, las guitarras estupendas. Entonces llega la alucinante Call me
little sunshine, lúgubre en su mensaje, menos edulcorada que los temas
precedentes y con ese estribillo con voces dobladas tan cautivador que se
mete en el cerebro dispuesto a quedarse para siempre. Igual de fantástica es
Hunter’s moon, más hard rockera quizás. Y más metalera aún es Watcher in the
sky, con unas guitarras muy presentes y una base rítmica machacona, sin
abandonar esas melodías vocales preciosas. ¡Menuda cara A!
La cara B comienza con otra instrumental, Dominion, esta vez oscura y
eclesiástica. Y entonces la sorpresa, no demasiado agradable en mi caso la
primera vez que escuché el tema, un Twenties con unas melodías vocales raras
y una mezcla de pop thrash con arreglos orquestales. Aún me parece extraño y
que rompe con el sonido del resto del álbum, pero si se escucha por separado
es altamente disfrutable. Quizás para desengrasar, le sigue la emotiva
balada de pop metal Darkness at the heart of my love, que si no fuese por
los guitarrazos, podría cantar la mismísima Katy Perry. Simple pero
efectiva. Le sigue Griftwood, con un inicio a lo Ain’t talkin’ bout love de
Van Halen y unos coros muttlangeados a lo Def Leppard, otro tema estupendo
de inspiración ochentera. Por último –en mi opinión, lo de Bite of passage
no llega ni a intro– llega Respite on the spitafields, un medio tiempo
aplastante con influencias a lo Def Leppard, Whitesnake o Van Halen –esta
vez de la época Hagar–, de inicio melódico y desarrollo enérgico, con teclados,
cambios de ritmo, un bonito solo de guitarra y ese final épico que cierra el
círculo remitiendo a la melodía de la inicial Imperium. Para mi, Forge lo ha
vuelto a conseguir. Una obra redonda y casi perfecta.
Total, que si madurez, que si nuevo paso de genialidad, que si una
producción excelsa, que si grandilocuente mezcla de pop, rock, doom,
melodía, fuerza, oscuridad, luz... en resumen, que esta entrada no añade
absolutamente nada a lo que hayáis podido leer en reseñas sobre este disco, lo que
no quita que para algunos entre los que me cuento Impera sea una obra
maestra de la música de nuestros días y que –como he dicho al principio– la
edición en vinilo azul translúcido que mis mujeres me regalaron con el
motivo de mi cumpleaños me parece preciosa.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
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