
Aún así, la cinta no deja de ser distraída y puede resultar hasta simpática para los que –como yo- son barceloneses ya que al inicio de la película se realiza un breve tour por diversas localizaciones de la ciudad como las Rambles, la Catedral, el monumento a Colón o la Plaça d'Espanya que luego –ya en el desarrollo de la trama- nos sigue llevando por rincones como Montjuïc o el Tibidabo. Por supuesto, tratándose de una visita para turistas norteamericanos, no faltará la escena en un tablao flamenco. Eso sí, la historia de Eyeball –como habéis podido leer antes- es muy simple y poco original, siendo su peor baza al tratarse de una cinta de este tipo la de los efectos de maquillaje -de ínfima calidad- y las escenas de los asesinatos, rodadas pésimamente en mi humilde opinión. En relación al elenco protagonista, hay que decir que asistimos a un batiburrillo de nacionalidades. Así, nos encontramos con franceses como Martine Brochard o Silvia Solar, italianos como Ines Pellegrini o Raf Baldassarre, el británico John Richardson, los españoles Andrés Mejuto y José María Blanco y argentinos como Mirta Miller o George Rigaud, seudónimo del bonaerense Pedro Jorge Rigato Delisset, aquí en el papel de reverendo Bronson, a quien los que crecieron en los 70 pasando los sábados por la tarde mirando películas en blanco y negro por televisión recordarán como el San Valentín en El día de los enamorados, con Tony Leblanc y Concha Velasco. En fin, amiguitos, una peliculilla para ver, sonreír, y olvidar.
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