ZEPPELIN ROCK: DAVID GILMOUR - Luck and Strange (2024): CRÍTICA Review

lunes, 11 de noviembre de 2024

DAVID GILMOUR - Luck and Strange (2024): CRÍTICA Review

 

Por Esteban Martínez (@EMartineC)



Después de loa etapa en Pink Floyd, no ha sido particularmente prolífico David Gilmour. El inglés más bien se ha mantenido en giras durante los últimos veinte años, acercándose al estudio cuando le ha parecido que tiene algo relevante que mostrar; de ahí que sus discos nos lleguen con cuenta gotas, aunque por lo mismo son valorados con especial cariño. Dicho lo anterior, tanto On an Island (2006) como Rattle that Lock (2015) parecen ser discos a los que el paso del tiempo les ha sentado bien, álbumes, en general, de tono reposado, dueños de una elegancia singular, con uno que otro coqueteo con el rock (ahí tuvimos canciones como 'Take a breath' en el primero o la mismísima 'Rattle that lock' en el segundo). En ese sentido, este reciente Luck and Strange profundiza en la oscuridad de las atmósferas expresándose sobre aguas aún más calmas, entregando, así, un conjunto de canciones que transmiten el sentir de un autor que sabe coquetear con la despedida.



Para esta ocasión, ha vuelto a colaborar con su esposa Polly Samson (en letras) y ha sumado tanto a Charlie Andrew en producción (quien colaboró con los dos primeros álbumes de Alt-J) como a su hija Romany Gilmour en voces de un par de temas (además del arpa), construyendo un álbum de tonos opacos que responde a la mano de Gilmour y que embriaga desde un comienzo con su nostalgia y solemnidad. De hecho, la cara A es implacable, abriendo con una clásica y breve introducción instrumental para rápidamente entregarse a una pasada que no concesiona con el auditor: lo tomas o lo dejas. Ahí 'Luck and strange' (la canción) transmite efectivamente lo que es, una especie de jam session mejorada (es un tema original de 1990;, de hecho, la sesión original completa viene como bonus track en la versión extendida), pero que, honestamente, no es demasiado lo que nos dice, siendo 'The piper's call' con su bonito tono acústico (y buen coro además) el primer momento del álbum que conmueve. Luego, 'A single spark' centra el interés en el trabajo de percusiones por lo que funciona al cambiar un tanto el tono que traía disco, así como por el solo final de Gilmour, pero no por mucho más. Es un tema que está "bien". 



En la segunda parte, llegará la delicada 'Between two points', un tema original de The Montgolfier Brothers que acá aparece en voz de Romany Gilmour y con una intervención final del guitarrista que la eleva respecto a la versión de 2015. Es un momento empapado de melancolía que logra conmover y se conecta bien con el acercamiento al rock de 'Dark and velvet nights'. Finalmente el álbum llegará a su fin yendo nuevamente abajo, primero con la bonita 'Sings' y, luego, mediante 'Scattered', que cierra con otro solo extenso marca de la casa. 



Como bonus el guitarrista ha añadido la preciosa 'Yes, I have ghosts', que la conocíamos de 2020 (nuevamente en compañía de su hija en coros) y la mencionada sesión completa original de 'Luck and strange', cerrando un álbum de momentos que no propone demasiados sobresaltos ni momentos de alta intensidad, sino, más bien, un estado de constante tranquilidad propia de un artista de casi ochenta años que sabe que, a estas alturas. no va a venir a reinventar la rueda. Es lo que es y no queda más que agradecer.

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