En sus comienzos, el grupo sueco Therion estuvo fuertemente ligado al death metal (hablamos de sus primeros dos a tres discos). No obstante, poco a poco, la banda fue virando hacia un sonido más sinfónico con pinceladas operísticas/teatrales, que dio lugar a discos como Theli (1996) y, de manera definitiva, Vovin (1998). Dada la óptima recepción que tuvieron, se acomodaron en esa línea. Christofer Johnsson (líder indiscutido del proyecto) decidió sobre explotar por aquellos años la fórmula (discos en 1998, 1999 y 2000), confiando ciegamente en sus capacidades al punto de rozar el hartazgo y el exceso en ciertos momentos, llegando en 2018 a la publicación del álbum (triple, ¡ojo!") Beloved antichrist, con una extensión de cuarenta y seis canciones en ciento ochenta minutos. ¡Qué decir! Ni Billy Corgan se atrevió a tanto (¿o sí..?). En fin, el caso es que, no conforme con aquello, en 2021 Therion volvió a dar un puntapié inicial al lanzamiento de una nueva trilogía (en efecto, otra más), publicando Leviathan, el que sería complementado un año más tarde por Leviathan II. Es difícil saber cuánto de la fría respuesta obtenida por ambas publicaciones responde al nivel de los álbumes y cuánto al agotamiento de un proyecto que, claramente, luce excesivo a estas alturas-Pero, como sea, el proyecto ha tendido a la indiferencia por parte del público. Dicho todo lo anterior, nobleza obliga a admitir que este Leviathan III es lo más atractivo que la banda ha compuesto en largo tiempo. Así, como suena.
Los poco más de cincuenta minutos que los suecos acá entregan suenan efectivamente al Therion más clásico, pero lo más importante es que cuentan con suficiente diversidad como para mantenerte atento. El disco no te saca, que es lo típico que venía ocurriendo con la banda debido al exceso de paciencia que se requería al abordar cualquiera de sus antecesores inmediatos. Acá, comenzando por el redoble de 'Ninkigal' te encuentras con una dinámica atractiva, con Lori Lewis entrando de manera impecable en las estrofas y la banda sonando efectivamente poderosa, lo cual enlazará perfecto con la pasada por 'Ruler of Tamag' (nuevamente con Lori inmensa) + 'An unsung lament', mucho más densa en su extensión (cada una supera los seis minutos) pero con suficientes elementos épicos bien trabajados como para mantenerte disfrutando.
Los primeros veinte minutos de disco ya nos tienen inmersos, pero, para sorpresa de varios (entre los que me cuento), el nivel no decaerá en adelante. Nuevamente entregarán un tema corto y efectivo como 'Maleficium', senda cercana al power metal que se retomará más adelante en cosas como 'Baccanale' o 'Nummo', no sin antes entrelazar con algo más complejo como 'Ayahuasca', casi ocho minutos que muestran al Therion más iluminado que habrás oído en largo tiempo, con influencias de la cultura latina (algo que volveremos a oír en 'Duende'). Por supuesto que Chistofer Johnsson no sería él si no se excediese con algunas cosas, metiendo canciones como 'Midsommarblot' o 'What was lost shall be lost no more' que claramente no están al nivel del resto, pero esto no resta demasiado a un álbum que, por lo general, suena sólido, por momentos poderoso y en otros interesante, sobre todo en su primera mitad.
Es altamente probable que, dado el bajo interés que existe hoy con Therion (a causa del evidente exceso de material publicado), un disco como Leviathan III acabe perdiéndose en el anonimato. Sin embargo, quedará ahí el registro de que terminando 2023, la banda fue capaz de re encantarnos con su magia tras mucho, mucho tiempo sin hacerlo.
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