Amiguitos, lo primero que hay que decir de esta cinta rodada en 1971 –la francesa tenía 37 años y la italiana 33- es que la morenaza Claudia gana en belleza y fuerza escénica a su compañera de reparto, dando mil vueltas a la sosería de la parisina con su voluptuosidad mediterránea. Y parece ser que en simpatía también se llevó la palma ya que, según cuentan las crónicas, la Cardinale se mezcló desde el primer día con el equipo de rodaje mostrándose accesible a todo el mundo mientras que la Bardot no le dirigía la palabra a nadie y pasaba horas encerrada en su roulotte, dicen las malas lenguas –que casi siempre son las más informadas- que dándole gusto al cuerpo con su entrenador personal. Lo segundo que hay que decir de Las Petroleras es que es pueril y ridícula. Con guion del equipo francés aunque basado en una historia del productor Eduardo Manzanos Brochero, nos encontramos con absurdeces como que en la versión original todo el mundo hable francés excepto el sheriff de la localidad –papel interpretado por Michael J. Pollard-, que habla inglés, lo que por otra parte es normal al desarrollarse la acción en el Oeste norteamericano.
También podemos admirar el generoso escote del vestido azul de Marie, totalmente inverosímil como atuendo en la época y lugar en los que tiene lugar la historia, pudiéndose decir lo mismo de las camisas negras de gasa transparente de Frenchie y sus chicas. Por cierto, desde el primer momento advertimos que la peliculilla –aunque no tenga nada que ver- desprende cierto aroma a Siete novias para siete hermanos y es que en la cena de Nochebuena en casa de los Sarrazin, después de recibir sus regalos, los hermanos retiran la mesa y se ponen a bailar sin venir a cuento. A esas alturas uno ya imagina que el que cuatro sean los hermanos de Marie y cuatro las jóvenes integrantes de la banda de Frenchie no es ninguna casualidad. Total, que pese a lo tonto de la historia, La Petroleras es bastante amena y debe tomarse como una comedia del oeste infantiloide y palomitera en la que disfrutar con la presencia de estas dos bellezas del cine europeo. Además, tampoco queda tan mal en conjunto, ¡qué diantres!
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