Después de (fijaos) 24 largos años de silencio Scott "Wino" Weinrich tomó la determinación de revivir a The obsessed. Pioneros y bastiones, como lo fueron, en esto del doom metal, el grupo lo dejó allá por 1995 para regresar con un álbum como Sacred (2017), cuarenta y tres minutos en donde el líder desenfundó todo lo que sabemos puede dar en materia de guitarras y peso. El caso es que para Gilded sorrow ha pasado algo menos de tiempo, tan solo (?) siete años. En este, percibimos a un Weinrich manteniéndose fiel al sonido que siempre le ha motivado, ese andar de marcha lenta y guitarras siempre pesadas, esto enmarcado además en un álbum más breve, compuesto solamente por nueve canciones y poco más de media hora. El disco transmite por tanto esa intención de salir a cumplir, y ciertamente lo hace aunque sin lograr el impacto del antecesor, donde existió el elemento "sorpresa" y se sentía que habían puesto lo mejor de sí en el trabajo.
Desde un comienzo, por medio de 'Daughter of an echo', percibimos por dónde va el asunto, guitarras setenteras y un sonido duro. En adelante el álbum oscilará entre momentos que acelerarán un tanto, yendo al stoner en 'It's not OK' o 'Realize a dream', y otros donde irán muy abajo entre atmósferas marcadas por la psicodelia, ocurre en toda la pasada por 'Gilded sorrow' (la canción) + 'Stoned back to the bomb age' + 'Wellspring'. Finalmente, en la recta final se dedicará a cumplir, primero en la veloz 'Jaline' y luego bajando otra vez con 'Yen sleep', para cerrar definitivamente con el instrumental de un minuto 'Lucky free nice machine', que, sinceramente, mucho no alcanza a decir.
Verdad sea dicha, Glided sorrow suena más a saludo a la bandera que a propuesta. No hay canciones acá particularmente recordables, aunque recibimos de todas maneras una buena pincelada del doom característico de una banda que siempre será un placer tenerla entre nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario