ZEPPELIN ROCK: BONFIRE - Point Blank (1989): CRÍTICA Review

sábado, 30 de abril de 2022

BONFIRE - Point Blank (1989): CRÍTICA Review

 


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia

Es este uno de los discos más infravalorados del hard rock melódic. Hablamos, claro, de
este Point blank, de Bonfire, que se editó en noviembre de 1989 con la producción de Michael Wagener. Durante la grabación se despidió su fundador, guitarrista y principal compositor, Hans Ziller, por eso que dicen de las diferencias artísticas. El resto de la banda acabó el trabajo contando con compositores externos de moda, como Jack Ponti, Desmond Child o Bob Halligan Jr. Angel Schleifer grabó las guitarras, Edgar Patrik la batería, Joerg Deisinger el bajo y Claus Lessmann cantó estupendamente. Registraron, según dicen, treinta canciones de las que quince acabaron en la versión vinilo y dos bonus track redondearon el cedé y la casete. Un viaje por el lado luminoso del hard rock.



La apertura con Bang down the door y su riff agresivo marcando la líne amelódica principal, las estrofas dejándose caer hasta el estribillo directo, un breve pero correcto solo: «if you keep me waiting babe/I won’t just be knocking anymore» porque ¡voy a tirar la puerta abajo! Mantienen el tipo en Waste no time, con un tufillo al debut de Skid Row (lo produjo meses antes Wagener); destaca las armonías y el ritmo trepidante. La melodía se hace protagonista en las guitarras de Hard on me desde esa intro, pasando por el estribillo (donde dobla a la voz principal) y acabando en el solo. Qué pena que por duración o por enfoque comercial no desarrollaran más las partes instrumentales. Una letra curiosa: el hombretón reconociendo que no puede con la chica y «when I see you coming I gotta get to running». Y en este descenso emocional y melódico llegamos a Why is it never enough, con su inicio acústico y calmado, el crescendo hasta el puente y el estribillo desgarrado: «Tell me why is it never enough/must be another dream that i´m dreaming of».

A estas alturas resultan claros los puntos fuertes de Point blank: una producción «de época», preciosista y ruda, unas composiciones variadas y sentidas, interpretaciones instrumentales correctas en las que destaca la voz de Lessmann y unos cuantos estribillos fáciles de recordar. Todo muy bien acabado.



Otro corte que ha perdurado en los conciertos de los alemanes cuenta la historia de Tony y su ruleta del amor: «You’re young and free and you want to have fun» pero no sabes si hoy buscas el amor de tu vida o solo un rollo pasajero. Un riff muy George Lynch y gran estribillo, que abre Tony’s roulette, y una parte final excelente. De los temas más duros, You’re back reclama a gritos que uno debe levantarse una y otra vez, volver a la calle, al calor y luchar, con una potencia incontestable. Un exquisito medio tiempo con una guitarra digna de Richie Sambora nos espera en Look of love. Todo buen disco que quisiera vender a finales de los ochenta tenía que contar con letras de amor y de desamor, tipos rudos y tipos llorosos; si Tony salía en busca de carnaza, en este tema el protagonista, con la fotografía de la chica en la mano, clama «I don’t want to hide/There’s nothing more/ It’s a love so true». El riff machacón de Freedom is my belief marca este homenaje a los motoristas, a los que viven «under clear blue skies» y tienen por libertad cabalgar día y noche.

Con un recuerdo, de nuevo, a los primeros Skid Row suena Gimme some, toda una declaración de intenciones: «you’re the queen I gotta try». Los chicos andan calientes, vaya. Corto pero vibrante solo. Aflojan la apisonadora en Never surrender, con unas estrofas iniciales suaves, con acústicas y teclado, para acelerar en el puente y subir en el estribillo. Funciona el reclamo a la unidad (¿de la banda? ¿del público en el concierto?) para enfrentarse a las adversidades: todos juntos seremos más fuertes y nunca nos rendiremos frente a este frío y malvado mundo. No falta el himno por la juventud, por la rebeldía adolescente «we never play your stupid dreams» porque son la (20th Century) Youth patrol. Uno de los mejores solos y un buen final. Otra de las favoritas de título Know right know suena a continuación; vuelta al predominio de la melodía con una línea vocal bien elaborada hasta desencadenar en un sentido estribillo, con la guitarra armonizando perfectamente. Y los contrastes de los que antes hablábamos: si en la anterior dejaban claro que la relación había terminado («you should turn and walk the door») en la siguiente Who’s foolin’ who claman por la contrariedad de no compartir el amor. Quizá una cosa llevó a la otra. Sencilla balada acústica con las olas de mar del fondo y una letra un tanto manida, pero funciona: «if we don’t stay together we’re fooling».



Dos bonus se incluyeron en el cedé y en la casé. The price of loving you suena nítidamente a Desmond Child, y aunque no es malo desentona un poco en el conjunto. El propio Child lo aprovechó para abrir su álbum Discipline. Compuesto por Ziller y Lessmann, Say goodby encaja más, muy melódico, con un recuerdo a Bon Jovi y el teclado cobrando protagonismo en puente y estribillo.

Todos tenemos álbumes que adoramos sin importarnos su calidad objetiva, lo que vendió, su valor en la Historia de la música o si sus propios autores lo detestan. Nos gusta. Y este Point blank me gusta.

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