ZEPPELIN ROCK: ¡Que corra la tinta... a lo Primal Fear! Proceso de mi último tatuaje

martes, 5 de enero de 2021

¡Que corra la tinta... a lo Primal Fear! Proceso de mi último tatuaje




Peter Olayer vuelve a la carga con un artículo único y "marca de la casa", en el que nos relata su reciente experiencia con el último tattoo que lleva en su cuerpo. La ocasión bien lo merece, puesto que con ese tatuaje, Olayer rinde un homenaje muy especial a una de sus bandas favoritas y que se encuentra en una forma fantástica, dentro del panorama heavy metalero internacional: Primal Fear. Así que, si eres de esas personas a las que le gustan la fusión de tatuajes y heavy metal, presta mucha atención a estas líneas porque posiblemente pasarás un rato bastante entretenido. 

por Peter Olayer


Me gustan los tatuajes. Tengo seis bastante grandes y, a decir verdad, dudo mucho de que mi tattoo más reciente vaya a ser el último. No obstante -y hablo por mí- no me considero una persona que tenga encuentros muy habituales con la tinta y las agujas (de hecho, han transcurrido cinco largos años entre mi quinto tatuaje y el sexto). Puede que sea un tanto "adicto" a la tinta, pero también opino que el tomar la decisión de tatuarse hay que meditarlo mucho y no hacerlo a la ligera: se debe ser cuidadoso para elegir un diseño adecuado, hay que ser consciente de que el proceso es bastante doloroso y no hay que olvidar que un tattoo es algo-para-toda-la-vida. 

Mi hermano es un grandísimo artista. No lo digo en absoluto porque sea mi hermano, pues hay muchos trabajos suyos a la vista de todo el mundo; y os aseguro que, de ser un tatuador mediocre, no estaría escribiendo estas líneas. Él hizo la carrera de bellas artes en la facultad de Valencia, pero, al terminar, prefirió usar la piel como lienzo a pintar cuadros, tal vez porque sabía que podía ser mucho mejor tatuador que pintor, y también porque disfruta mucho más haciendo lo primero que lo segundo. 

Hace unas semanas, llegué a un acuerdo con él y concertamos una cita. Un tiempo antes, ya tenía clarísimo lo que quería: una imponente calavera alada de ojos naranjas, que vi en una especie de póster en el interior de mi vinilo Metal Commando, de Primal Fear. Cuando vi por primera vez aquel dibujo, me dije a mí mismo que eso lo debería llevar tatuado algún día. Por supuesto, mi hermano Foko tendría libertad para decorar aquel diseño a su manera y como quisiera, siempre y cuando me gustara y respetase todos los detalles de aquella calavera alada.




Unos días antes de la cita, mi hermano me llamó para enseñarme el diseño, y no podía estar mejor: ahí estaba esa calavera alada, decorada al estilo trash polka, que es un estilo de tatuaje alemán; y el hecho de que precisamente Primal Fear es una banda germana de heavy metal, me pareció una muy buena coincidencia. El trash polka es un estilo de tatuaje que no deja indiferente a nadie: o te encanta o no te gusta nada; y en mi caso, yo me enamoré al instante de aquel diseño.




El día de la sesión, estaba muy emocionado y entusiasmado. Como es lógico, no dormí demasiado la noche anterior de lo ilusionado que estaba, ya que se estaba acercando un momento muy esperado y especial para mí; pero al mismo tiempo, era muy consciente de que no iba a ser una tarea sencilla, porque un tatuaje de semejante envergadura, podía llevar más de siete horas de trabajo y, por tanto, más de siete horas de dolor y sufrimiento. 

Un par de horas antes de la sesión, me apliqué una crema anestésica que me fue bastante bien durante la primera hora de pinchazos. 

Una vez que el artista tenía todos los materiales y utensilios preparados -con la ayuda de la tatuadora Jan Ink (pareja de Foko y a quien por cierto agradezco enormemente las fotografías que nos hizo)- se procedió a dejar la zona a tatuar libre de pelos, se me colocó el calco del diseño y... ¡madre mía! ¡Si quedaba así de bien el calco, imaginaba que el trabajo final quedaría espectacular!




Ya solo faltaban dos cosas importantes: que los hombros y la espalda de mi hermano le aguantaran el trabajo; y que mi piel soportara la paliza que estaba a punto de recibir. 

Me tumbo en la camilla, mi hermano pone en su reproductor la discografía de Primal Fear y se prepara con la máquina, comienzan a sonar los primeros acordes de Metal Commando y Foko me empieza a tatuar; pero no siento absolutamente nada de dolor durante la primera hora.





Cuando el efecto anestésico de la crema que me apliqué unas dos horas antes empieza a remitir, comienzo a sentir molestias. "No pasa nada", pensé. Después de todo, estoy acostumbrado a sufrimientos como este. Procuro relajarme, pensar en lo bien que me va a quedar la pieza, e intento no pensar demasiado en el dolor (que es una molestia similar a cuando te arañan con algo punzante de forma insistente). Supuestamente la sesión podía durar de siete a nueve horas, y solo había pasado una (encima con "anestesia"); así que no tenía ningún sentido empezar a quejarme porque la "fiesta" acababa de empezar... 

El disco Metal Commando termina y empieza a sonar Apocalypse, que, casualmente, es mi disco favorito de Primal Fear, lo que me viene muy bien (psicológicamente hablando), para coger fuerzas y aguantar un rato más de tortura.




Transcurrida otra hora y media, Foko ya tenía la parte izquierda de la pieza terminada y la calavera alada bastante avanzada. La cosa pintaba muy bien porque, lo que en principio iba a ser un trabajo de siete horas o más, podría terminar en una tarea de menos tiempo. Es el momento de parar un poco para comer algo y coger fuerzas.




El descanso seguramente le vino muy bien a Foko para sus hombros y su espalda, pero, para ser sinceros, a mí no me sentó tan bien. El hecho de "enfriarme" para volver a "calentar" en una sesión de tatuaje, no es una experiencia demasiado agradable. Además, la calavera estaba sin terminar del todo y es una parte del tatuaje que va en el centro del pecho a la altura del esternón, donde la piel es muy fina porque hay hueso y, con diferencia, esa es la zona más dolorosa que he probado hasta el momento. Las molestias se hacen cada vez más pesadas y, a pesar de estar encendida la calefacción, empiezo a sentir frío. No obstante, tiro de aguante y veteranía, y me apoyo en algunas "técnicas" para sobrellevar el dolor lo mejor posible, como: la relajación (tratando de evitar la tensión); concentración (intentando pensar en otras cosas para olvidarme del dolor); y respiración (soltando el aire cuando recibía pinchazos y tomándolo cuando los pinchazos cesaban). A pesar del sufrimiento, tenía muy claro que no quería dejar el tatuaje a medias y volver a pasar por una segunda sesión para acabar la pieza. 

Transcurre otra hora y media entre temazos de Primal Fear que me animaban psicológicamente a aguantar el palizón que estaba recibiendo (como por ejemplo la versión 'If looks could kill' del grupo Heart, que interpretada por Primal Fear suena espectacular). Para entonces, la calavera estaba casi finiquitada y Foko procede a tatuar la tercera y última parte de la pieza, que iba en el pectoral derecho, lo cual fue un alivio para mí porque esa zona tiene más músculo y una piel más gruesa y, por lo tanto, es una zona bastante menos dolorosa. Aun así, más de tres horas de intenso dolor (sin contar la primera hora de la crema anestésica), me habían pasado factura; y para colmo, tenía cada vez más frío. Por fortuna, en aproximadamente cuarenta minutos, esa última parte del tatuaje ya la tenía Foko terminada. Sin embargo, aún quedaba lo peor: meter el color blanco a la calavera que estaba en el esternón. Durante esos veinte minutos, vi literalmente las estrellas.




Finalmente, la sesión duró en total cinco horas (de las más de siete que estaban previstas), y a pesar del intenso dolor y sufrimiento, no he podido quedarme más satisfecho con el resultado. Foko me aplicó un producto llamado tattoo finish, que elimina el sangrado y cierra los poros, y también me dio una crema llamada Easy Tattoo para curar el tatuaje durante las dos próximas semanas, llevándolo sin tapar con film transparente o con papel de cocina. Son, por tanto, productos interesantes porque hacen que el cuidado del tatuaje sea mucho más cómodo y sencillo.




Me gustaría recalcar el increíble trabajo que ha realizado Foko. Es un gran profesional que acabó en cinco horas un trabajo que a much@s otr@s podría llevarles más tiempo. Así que, si alguna vez buscas un gran tatuaje a buen precio y en relativamente poco tiempo (lo que se traduce también en menos dolor), te recomiendo Foko Art Tattoo de Torrelavega (Cantabria). Ahí es donde están mi hermano y su pareja. Foko piensa más en los clientes y en las obras que realiza que en el dinero. Él no te tatuará clarito para que tengas que volver a repasar muchas veces; te pone colores oscuros para que puedas lucir bien el tatuaje y agrega un producto especial al terminar (llamado tattoo finish) para eliminar el sangrado y cerrar los poros, sin ceñirse únicamente a la vaselina, como hacen muchos tatuadores. 

Esto es otro nivel. Es otra liga, y merece muchísimo la pena ponerse en manos de artistas así. Un saludo y eterna vida al Hard Rock y al Heavy Metal.







4 comentarios:

  1. Esta de puta madre,pero el primal y el fear son demasiado grandes y ensombrecen la calavera que está brutal

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    1. Muchas gracias Man por tu comentario. Me alegra que te mole. La verdad es que lo disfruté mucho el tattoo y siempre es bueno que te den manga ancha a la hora de diseñar:) De primeras puede parecer que la tipografía reste protagonismo la calavera, (sobre todo en ls fotografías) y he decir que la realidad es algo distinta. Le pusimos unos colores naranjas y amarillos tanto a los ojos como a la cuenca de la nariz, tan vibrantes, que cuando lo tienes en frente es dificil dejar de mirarlos. En vivo los ojos se te van directamente a la calavera (más concretamente a los ojos,nariz y dientes) xD
      Me alegra que te haya molado, la verdad es que lleva un currete interesante.
      Un saludo y larga vida al Rock 🤗

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  2. Como imponen esos tatuajes Peter, qué calavera!!!. Tu hermano Foko es un artista.

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  3. El proceso de tatuarse, realizado por un profesional, es un arte cautivador. Cada trazo es una expresión única de identidad. La seguridad y la maestría se unen en un lienzo humano excepcional.

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