Ese lago que hay en ti
AHORA me acerco hasta el borde del lago, justo al mismo sitio donde miles de años antes un ejemplar de esa especie desaparecida arrimó su hocico y bebió un agua clarísima durante un tiempo indeterminado. Creo verlo. Una vez saciado, el animal abrió los ojos, se vio reflejado en la superficie del agua y se marchó. No dejó ningún rastro que permaneciese hasta hoy en día, de modo que yo no tendría por qué saber de este acontecimiento pretérito. Pero, escucha, ven, asómate a mi memoria o hazlo en la tuya. ¿Lo ves? Ahí está ese hermoso espécimen, a la orilla del lago (que me figuro que, como yo, habrás imaginado entre las montañas de un paisaje nevado), bajo el sol resplandeciente, bebiendo un agua fresca que trago a trago se va aposentando en su interior. Si sientes su frescor, quizá signifique que tú podrías ser también esa alimaña o sutil fierecilla que en este momento huye asustada de su propia forma.
Ángel Carrasco Sotos
Muy profundo, casi existencialista.
ResponderEliminarYo, de poder elegir, sería la sutil fierecilla flower power que escapa alocada de la orilla.
Ángel, estás hecho un monstruo (y esto me recuerda un chiste muy malo que no voy a contar).
Un abrazo.