Pues resulta que en el siglo XXI –es decir, ahora, lo que ocurre es que en 1995 aún nos sonaba a futuro imperfecto de indicativo- la población sigue incrementándose en Japón, por lo que el Gobierno decide solucionar el tema prohibiendo las relaciones sexuales entre ciudadanos de diferente sexo, excepto aquellos que selecciona un ordenador central controlado por la Administración con el único fin de procrear y seleccionar la especie. Sin embargo, una joven llamada Hanako se rebela contra el sistema y crea un grupo de resistentes –que no se explica pero supongo que se dedican a follar sin control- que supone tal amenaza para el nuevo orden legal que las autoridades se proponen acabar con ella. Pero en lugar de buscarla y asesinarla directamente, lo que hacen es enviar al siglo XX a una cyborg T69 Terminatrix –sesenta y nueve, ¡qué original!- que tiene como misión nachacarle el pajarito con su vagina trituradora al tipo que en el futuro se ha de convertir en el padre de Hanako. Vamos, como si Sarah y John Connor hubiesen intercambiado sus papeles. Pero –como en la original-, cuando la resistencia se entera de esos malévolos planes, envía a una rebelde –la dispuesta Kaoru- para cuidar de Kota Sera, el objetivo de la Terminatrix. Ese punto de partida, que más que inspirado en la cinta de Cameron la plagia sin vergüenza, es la base de esta bazofia de serie Z que se lanzó directamente al mercado videográfico y que solo puede recomendarse a frikis amantes de la peor sexploitation, japanófilos declarados o memos sin criterio artístico. Si alguno de vosotros encaja en alguna de las categorías –me parece que yo tengo cabida en las tres-, corred a por una copia de esta peliculilla sin par. El resto, poneos a ver una reposición de cualquier TV movie alemana de las que acostumbra a programar Antena 3 los domingos por la tarde. Saldréis ganando.
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