ZEPPELIN ROCK: STYX - Paradise Theater (1981): CRÍTICA Review

jueves, 1 de febrero de 2024

STYX - Paradise Theater (1981): CRÍTICA Review

 

por Dani Matute (@dmatuteb)




Este Paradise Theater, de Styx, fue el décimo de la banda y el cuarto consecutivo que logró ser triple platino. Estos chicos se hartaron de vender discos en su Estados Unidos natal. Para situarlos musicalmente, podríamos decir que entrarían dentro de la calificación AOR. Bueno, quizás un AOR blandengue, el arena rock.



La verdad es que nunca había sido seguidor de ellos (ni lo soy hoy), pero este disco fue una de mis adquisiciones en una tienda de Santander a precio de derribo, como ya os he explicado en alguna otra entrada. Me lo llevé porque alguna vez leí que era su mejor disco y porque me terminó de convencer el vinilo grabado a láser…si no me había ya convencido lo barato que estaba, aunque la carpeta mostrase los desperfectos que causa un clima tan húmedo como el cántabro si no dedicas un mínimo de mimos a tus cosas.

Este LP es uno de los que inauguraron la década de los 80, pero, como es lógico, seguía teniendo reminiscencias de la gran década de los 70. Styx ya estaban consagrados y podían hacer lo que quisieran y decidieron currarse un álbum conceptual que iba a tratar del nacimiento, auge, opulencia, decadencia y muerte de un teatro de Chicago, el Teatro Paradise. Quién sabe si no intuían que eso mismo iba a pasar en su país en los siguientes años con Reagan y Bush padre y su ultraconservadurismo que llevó al país a cotas ínfimas de creatividad en los 80, si lo comparamos a la década anterior…que también tuvo lo suyo políticamente pero, artísticamente, muy superior. El caso es que les salió un disco bastante redondo en el que sólo sobra la última pieza y en el que, hasta metieron pinceladas del sonido disco que lo petaba en aquellos años. Reconozco que el disco se escucha bien y es bueno, sin fisuras. Pero me pasa como con mucho AOR de estos años: me termina cansando y, al final, me quedo con tres o cuatro temas.



Pasemos a la portada doble. Un lado presenta la infografía del teatro Paradise en su apertura, con todo el glamour y, a la vuelta, su cierre y decadencia. En el cartón central, las fotos de los componentes y las letras de las canciones. Muy bonito a pesar de que la copia que tengo yo está muy mal cuidada. El plástico en sí, está muy logrado pues una de sus caras está grabada con láser y según le da la luz, obtienes unos reflejos muy guapos. Fueron pioneros en usar esta tecnología. Por cierto, mi versión es la europea hecha en Holanda.

Apoyados en la base rítmica de los hermanos Panuzzo (John a la batería y Chuck al bajo) tenemos a los teclados a Dennis DeYoung, Tommy Shaw y James Young a las guitarras (preciosa la Gibson Explorer de Shaw que es la que le da el puntillo rockero a las interpretaciones). Las voces principales se las reparten entre los tres, ya sean alternándose en la voz solista o combinándose en los coros. Los integrantes del grupo también se encargaron de la producción y arreglos. Y no vamos a negar que eran excelentes músicos y que dieron con la tecla para vender discos como churros gracias a canciones pegadizas y con gancho. ¿A quiénes les podríamos equiparar? Pues, salvando las distancias, porque para mí estos grupos son la hostia, a Boston, Foreigner, Journey y a los grandiosos Toto. En mi humilde opinión, Styx están uno o dos escalones por debajo.


 

Comienza el disco con una pequeña introducción, “A.D. 1928”. Ojo, que este primer minuto lo repiten casi clavado en un par de temas más del disco. Sin pausa da paso a “Rockin’ The Paradise”, uno de los más rockeros del disco. Energía para comenzar la aventura del teatro Paraiso. Las dos canciones enlazadas, cantadas por DeYoung, fueron el cuarto single del LP.

“Too much time on my hands” lleva el sello de Tommy Shaw, tanto en la voz principal como en el solo de guitarra. Cuando quisieron aprovechar el tirón de este disco y sacaron 15 años después un “Return to Paradise”, este tema suena muy heavy. Fue el segundo single del disco y entró en el top 10 en USA.

El tercer single fue el siguiente corte, “Nothing ever goes as planned”. Tiene cierta reminiscencia disco, un ritmo un poco reggae y una buena sección de metales. Gana con las escuchas pero es el más flojo de la cara A.

Y acabamos este lado del vinilo con la canción más famosa del disco: “The best of times”. Fue el primer single y, aunque no llegó al número 1, si tiró del álbum para que ocupase ese puesto y volviese a ser multiplatino. El comienzo es exactamente el mismo que el de “A.D. 1928”. Y como el gran éxito de su anterior trabajo, “Babe”, es una power ballad muy de la época. Los coros le aportan enjundia y el punteo muy limpio me recuerda a alguno que hoy en día hacen los castellonenses Dry River.


 

La cara B comienza con “Lonely people” y su introducción de ruido de lluvia y saxo de jazz de fondo mientras llaman a los artistas en sus camerinos. Muy teatral todo. De nuevo arreglos de metales y muy AOR.

“She cares”, es una melodía muy fácil de escuchar, también en la estela del AOR americano, quizás tamizado por influencias del Boss y con un gran solo de saxo, al más puro estilo E Street Band.

El siguiente tema tuvo polémica en su día: los Styx fueron acusados por la PMRC, Parents Music Resource Center (o sea, Grupo de Padres Preocupados Por Lo Que Sus Hijos Pueden Escuchar En La Radio), fundado por la parienta de Al Gore, de incluir mensajes satánicos al revés. En realidad, “Snowblind” es un tema muy blusero que trata sobre la droga, la letra más comprometida de todo el álbum, alternando en las voces a Young y Shaw y un gran solo de Young. De lo mejor del vinilo, sin lugar a dudas.

“Half-penny, two-penny” quizás sea el tema más rockero al mismo tiempo que progresivo. Mi preferida del disco. Un solo de guitarra bestial y una estructura final que desemboca en el epílogo “A.D. 1956”, que repite la misma melodía ya escuchada al inicio y en “The best of times”.

Y cuando debía haber terminado el disco nos encontramos con otro corte más, “State Street Sadie", que es un organillo o pianola tocando unos 20 segundos, totalmente prescindible.


Pues eso, un disco muy escuchable y disfrutable a pesar de todos sus defectos y que marcó el punto más alto de la carrera de estos señores que aún siguen en la carretera. Personalmente, no me impactó tanto como otro de esos vinilos que compré de saldo este verano, el totalmente setentero Time Passages, de Al Stewart que ya os reseñé en esta otra entrada. Pero aguanta el tipo decentemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario