Bueno, piltrafillas, lo primero que os puedo decir de esta Cannibal Ferox es que sigue la senda trazada por su predecesora –la mencionada Eaten alive!- y la mundialmente conocida Holocausto caníbal de Ruggero Deodato. Al igual que esta, dejando a un lado las escenas escabrosas y gore con humanos que –por supuesto- son ficción, al igual que en las anteriores nos encontramos con algunas imágenes poco agradables en las que las muertes de animales no son figuradas. En ese aspecto destaca la salvaje escena protagonizada por un coatí y una anaconda, con los agudos gritos del pobre animal clavándosele a uno en el cerebro. En el otro lado, está la pésima escena del pene cortado, que se ve a dos leguas que es del todo irreal. Y si ya habéis visto que en el apartado argumental la historia no es que sea muy original o elaborada precisamente, Cannibal Ferox también juega tramposamente a llamar la atención del espectador con el cartelismo. Así, si en el caso de Holocausto caníbal el icono era esa indígena empalada, el de esta cinta de Lenzi es la pobre Pat colgada de los pechos, algo muy poco original que ya se había visto diez años antes con Richard Harris como sufrido protagonista. En fin, piltrafillas, serie Z italiana para frikis empedernidos con afán completista.
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