
El IRA, el MI5, espías, terroristas, Belfast... ¿acción? Pues no, nada de eso. La palabra que define a esta cinta es GRIS. Así es, amiguitos, en esta Shadow Dancer en la que los sentimientos afloran incómodos en medio de un mundo de violencia y traición, el ambiente es gris –acentuado por una estupenda música-, gris como las nubes del cielo de Belfast –en realidad está rodada en Dublín-, gris como las fachadas de las casas de barrio obrero en las que crece el germen del resentimiento y el odio, gris como las frías aguas de la pretendida desembocadura del Lagan y gris como las existencias de Collette y Mac. El desarrollo es lento, mucho, pero la fotografía y la mayoría de escenas que transcurren en lugares cerrados ayudan a transmitir la angustia de la historia y a mantener la tensión haciéndonos esperar que el delicado equilibrio de la situación se quiebre por cualquier parte. En ese sentido, Shadow Dancer no es un thriller al uso, pero cumple el objetivo de matenerle a uno atento hasta el final, un final que os sorprenderá. En resumen, una cinta muy recomendable para degustar en penumbra, silencio y con una copa a mano. Me ha encantado Clive Owen, me ha gustado encontrarme con Gillian Anderson..., pero quien de verdad se lleva la palma en cuanto a interpretación es la mencionada Andrea Riseborough en su papel de Collette McVeig, con esa cara que uno no sabe si es de infinita tristeza o implacable frialdad.
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