A decir verdad, no nos engañemos, resulta algo dramático (o tragicómico) el ejercicio de revisar el debut de Lenny Kravitz en 1989 y a un mero click de distancia contrastarlo con este Blue electric light. Los millones y las mansiones quitan el hambre y de aquello habla este, su álbum número doce, uno que lo muestra absolutamente domesticado, nadando en lugares comunes y que llega tras nada menos que seis años de silencio, lo cual demuestra que la tendencia hacia abajo que el vocalista viene mostrando no guarda relación con el tiempo de espera entre disco y disco sino más bien con cuanto se tiene para decir. En este caso, poco.
En este sentido, lo último realmente interesante que Lenny Kravitz nos había entregado databa exactamente de diez años atrás. En Strut (2014) pudimos oírlo recuperando cierto nivel de ambición, sin embargo, con Raise vibration (2018) las ideas comenzaron a llegar a cuenta gotas (aunque hay que darle el temón que fue 'Low') y en este nuevo disco ni hablar, un trabajo derechamente aburrido y predecible. Y sí que algo hay en el bajo que marca los lentos tiempos de 'It's just another fine day (in this universe)', pero el tema a los tres minutos pareciese quedarse sin algo que decir por lo que no se entiende que sentido tiene estirarlo hasta los seis repitiendo el coro hasta el hartazgo. Algo parecido ocurrirá con el single 'TK421', adictiva con su riff y dinámica (nada nuevo en todo caso, el tema posee la misma vibra de 'Sex' del Strut, que a su vez no era otra cosa que una versión remozada de '1999' de, ejem...., Prince) pero nuevamente estirándose en su cierre dos minutos por sobre lo necesario.
La sensación por tanto de que Lenny se conforma con un riff o un coro es constante. De que repite ideas porque sencillamente no tiene más. Le vuelve a ocurrir en una floja 'Honey' o cuando intenta meterle fuerza a las guitarras en 'Paralyzed' sin conseguir efectivamente el objetivo por nuevamente perderse en la extrema simpleza de la canción. En esa línea, entre lo poco que funciona está 'Human', una que apela al pop con descaro y ahí anda bien gracias a su sonido veraniego. Y del resto ni hablar, lo cierto es que el disco pasando la mitad se vuelve tremendamente aburrido, siendo la balada 'Stuck in the middle' y el cierre a cargo de 'Blue electric light' (la canción) los únicos momentos que algo de frescura parecen transmitir. Nada eso si que vayamos a recordar en unos años más.
Para colmo de males el disco son doce canciones en cincuenta y cinco minutos, es decir, eterno. Tiempo donde Lenny Kravitz no hace si no lograr que extrañemos cualquiera de sus primeros trabajos pues acá parece ir en un piloto automático llamativo (quizás) para él pero un monólogo bastante aburrido y falto de ideas para quien oye.
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