by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)

Tengo que adelantaros, amiguitos, que a los Faith no more los conocí con el fabuloso
    The real thing –de hecho, lo reseñé
    aquí
    mismo– y me convertí en fan con el no menos imprescindible
    Angel dust, que en mi opinión fue el cenit de su carrera. El
    irregular pero muy enérgico King for a day me gustó también mucho,
    aunque supuso un cambio de estilo en el sonido de la banda. Sin embargo, las
    críticas que leí de este Album of the year me echaron atrás a la hora
    de hacerme con el disco. Original de 1997, todo indicaba que estábamos ante
    los últimos coletazos de un grupo tocado de muerte a causa de diversos
    aspectos. Hartazgo, aburrimiento, mala relación entre los componentes... no
    sé la razón, quizás fue un poco de todo ello, pero –aunque no hicieron
    declaraciones en ese sentido– tenía la pinta de ser una obra de despedida.
    Mike Bordin pasó por la banda de
    Ozzy Osbourne, Billy Gould estuvo en
    Brujería, el hiperactivo
    Mike Patton siguió en
    Mr. Bungle y creando bandas como
    Tomahawk o
    Fantômas... Por eso, viendo que nada indicaba que volviesen a reunirse, aproveché
    la reedición en vinilo de Album of the year para hacerme con él. Lo
    mío no es la clarividencia, dos años más tarde editaron
    Sol invictus.
  En fin, que tengo entre manos un vinilo que -evidentemente– no es mi
    favorito del grupo, pero resulta bastante salvable. El line up era el
    habitual formado por Patton a
    las voces, Gould al bajo,
    Roddy Bottum a los teclados,
    Bordin a la batería y la
    contribución por primera vez de
    Jon Hudson a la guitarra. El
    álbum se grabó entre los Brilliant studios y los
    Razor’s edge recording studios con el suizo
    Roli Mosimann en la producción
    junto a Gould, actuando como verdadero motor y pegamento del grupo. 
Como dato peculiar, deciros que la carátula –cuyo diseño final fue de Katherine Delaney– fue una idea de la banda, unos enamorados de la República Checa. El protagonista de la foto de la portada es Tomas Garrigue Masaryk, considerado el fundador de la república de Checoeslovaquia. Billy Gould contó que en esa época había pasado mucho tiempo en Praga y había encontrado revistas antiguas del funeral del político por lo que se le ocurrió hacer una analogía entre el hundimiento del país tras la muerte de Masaryk y la situación que la propia banda estaba sufriendo, convirtiendo a Album of the year en el retrato de una idea que moría y que debía reunir en torno a él a sus fans por última vez. Al menos –como ya he dicho antes– hasta 2015.
  El track list era: 
  A 
  Collision 
  Stripsearch 
  Last cup of sorrow 
  Naked in front of the computer 
  Helpless 
  Mouth to mouth 
  B 
  Ashes to ashes 
  She loves me not 
  Got that feeling 
  Paths of glory 
  Home sick home 
  Pristina 
El disco comienza con Collision, con esos teclados y ese bajo muy de los Faith pero que acaba recordando más algo en la línea de Mr. Bungle, más que nada por ser un tema escrito por el experimental Patton. Después de la tormenta viene la calma con Stripsearch, un tema delicado con protagonismo de teclados muy recomendable, igual que Last cup of sorrow, con el bajo de Gould como protagonista y ecos al sonido de Angel dust. Con un ritmo más sincopado que enlaza esta vez con la época de King for a day encontramos Naked in front of the computer, un tema –en mi opinión– menor y de relleno aunque resultón. Con Helpless regresa el tono intimista, dando como resultado otro de los buenos momentos del disco. Y para terminar la cara, en Mouth to mouth los FNM nos traen –salvando las distancias– recuerdos de tiempos pasados y mejores, aunque sin brillo, algo así como una copia deslucida de lo que fueron.
Todo lo contrario ocurre en Ashes to ashes –mi preferida del álbum– en la que, no es casualidad que aparezca Bottum como co-compositor e incluso Jon Hudson consigue que –casi– olvidemos al bueno de Jim Martin. Un temazo y una inmejorable manera de iniciar la cara B. Le sigue She loves me not, una canción agradable con toques soul y bastante inclasificable. La experimentación made in Patton llega de nuevo, esta vez con Got that feeling, otro tema que evoca los sonidos del vocalista en sus bandas alternativas y que para mi es otro ejemplo de relleno. Con Paths of glory, nos ofrecen otro tema de hechuras clásicas en cuanto al sonido del grupo –caramba, otra vez Bottum entre los compositores–, pero sin la energía o la emoción de antaño. Home sick home es otro anodino tema de Patton y el álbum finaliza con Pristina, cuyo sonido me recuerda a los estertores de una gran bestia, una especie de analogía de lo que este disco parecía suponer, la agonía de una banda enorme que llegaba al fin de su existencia.
  Por desgracia, Bottum, al igual que en su anterior trabajo, tiene una presencia apenas
    testimonial en la composición, lo que lastra el resultado final porque está
    demostrado que su aportación en la época dorada de la banda era primordial.
    En definitiva, un disco que fue complicado de grabar en un momento en que
    todos los componentes eran conscientes de lo que estaba ocurriendo y que
    –pese a tener calidad– no es un digno legado de lo que fueron
    Faith no more en los 90. 
  Como he dicho antes, en 2015 editaron un nuevo trabajo... pero tampoco les
    hizo justicia. Aún así, Faith no more merecen ser recordados y
    escuchados a menudo. 
  ¡Feliz viernes! 
  @KingPiltrafilla 
 
 
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