Sarah se despierta en una prisión típica en cintas de este género, con reclusas putones que se entienden con los celadores, guardesa vestida de dominátrix a la que le gusta que le llamen Mistress Rita y un alcaide sádico metido a proxeneta, que lee libros de pornografía y al que le hacen los ojos chiribitas al pensar en el dinero que hará con la nueva prisionera. La tal Rita le hace a Sarah unas fotos pretendidamente eróticas –algo así como el book de su turbio negocio- y la mete en una celda con una compañera de penurias que bebe todo el día para soportar su estancia en ese agujero, un lugar en el que las prisioneras se dejan magrear por Rita a cambio de tabaco (otra excusa para proporcionarnos más carnaza, imágenes impagables de manoseo bajo los minishorts –todo muy softcore- con rata incluida). Más tarde, una pelea entre reclusas desemboca en el castigo a Sarah y otra presa, que son encadenadas bajo el sol en medio del desierto, ataviadas únicamente con braguitas. La pareja sobrevive a la sanción lamiéndose el sudor la una a la otra para no deshidratarse. Amiguitos, sobre el papel quizás parece sexy, pero os prometo que Jeff Leroy no pudo rodarlo peor. Ya de regreso entre rejas, tenemos un par de escenas de magreos –una de ellas lésbica-, pero siempre con simples top-less, es decir pocos desnudos integrales pero mucha teta. Entre medias, apariciones en sueños del pobre Jack y la constancia de que –como el mordisco de Drácula-, la mordedura del lobo ha causado en Sarah un efecto secundario que no tarda en dar problemas.
En fin, que Werewolf in a Women's Prison es maquillaje de feria, escenas bizarras –la del teléfono electrificado me dejó en shock-, interpretaciones patéticas –con miradas de reojo a la cámara incluidas, horroroso-, atrezzo de plástico, tetas –eso sí-, pero aun así, tanto erotismo como el de una lata de alcachofas, vergüenza ajena a raudales, sangre, un monstruo mezcla de rata radiactiva, oso de peluche y el Ozzy Osbourne de la portada del Bark at the moon y unos diálogos pueriles. Piltrafillas, esto es serie Z de la mala en proporciones épicas. Hay que ser muy friki para poder disfrutar de esto, una cinta de las peorcitas que he visto. Y ya sabéis que he consumido mucha porquería estos años. La verdad es que con algo más de sexo –Jesús Franco hubiese hecho una obra maestra con estos mimbres- quizás hubiese mejorado... pero en esta Werewolf in a Women's Prison ni la sangre asusta, ni la carne abunda. Amantes del cine, huid. Piltrafillas degenerados, pillaos el alcohol más fuerte que tengáis por casa y dadle al play.
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