Por Esteban Martínez (@EMartineC)
El título algo ya anticipa. Ya sea la pandemia, elección Biden/Trump o escenarios de violencia en las calles, la banda se ha motivado por la reciente contingencia estadounidense a lanzar un álbum cuyas temáticas rondan el descontento y aquello se expresa con claridad en la partida del álbum, donde 'This is not utopia' dispara con crudeza ("Brutalidad que no puedo dejar de ver / Imágenes que encienden mi mente..."). La banda hace lo que puede y entrega su mejor versión posible, Dexter Holland ha perdido parte de su registro pero bien sabemos que en estudio aquello se puede disimular, por lo que una canción como 'Army of one' nos traslada al pasado con facilidad, a los tiempos de Americana (1999) o Conspiracy of one (2000) para ser más exactos (circa 'The kids aren't alright'). Esta junto con 'Breaking these bones' representan sin lugar a dudas el mejor pasaje del álbum, algo que se replicará en la recta final del álbum mediante la veloz pasada por 'The opioid diares' + 'Hassan chop'.
Ojalá el disco hubiese tenido más de esto y menos momentos facilones como los que se oyen en 'Let the bad times roll' (la canción), donde recurren a los clásicos "Oh oh oh oh" (más adelante en 'Coming for you' decantarán por los aplausos y los "ey! ey! ey!"), la (excesivamente) simple 'Behind the walls' o la divertida (?) 'We never have sex anymore'. Ahora, si las mencionadas bajan la líbido de golpe, del refrito 'In the hall of the mountain king', la versión soft (e innecesaria) de 'Gone away' o el curioso cierre 'Lullaby' ni hablar, piezas cuya única justificación parece ser el sumar minutos y lograr superar los treinta a duras penas.
Nos quedamos así frente a un regreso que entrega uno que otro momento atractivo así como otros para el olvido, un álbum irregular que al menos mejora respecto a su antecesor pero que de igual forma sabe a poco tras nueve años de silencio...
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