Por Esteban Martínez (@EMartineC)
Abre como se espera que abra, con 'Murderous rampage', entre redobles de Paul Mazurkiewicz y mucha velocidad para luego regalar pausas que entregan aire de vez en cuando. Ese ir y venir tan clásico lo volverán a retomar en 'Necrogenic resurrection' o en el fenomenal single 'Inhumane harvest' , mientras que con 'Condemnation contagion' aparecerá el primer aporte de Erik Rutan en materia de composición (cabe mencionar el que ha aportado tres canciones al conjunto), entregando un grato matiz al centrarse no tanto en la velocidad si no que en los puentes instrumentales (0:33 y 1:50), nuevamente con un aporte en batería de Mazurkiewicz que es manjar, aunque cayendo lamentablemente en la monotonía en sus dos minutos finales. La agilidad se retomará a continuación con 'Surround, kill, devour' entregando unas alzas muy rocanroleras en su estructura (¡están muy bien las guitarras en esta canción!) y luego con 'Ritual annihilation' es pura brutalidad marca de la casa, cerrando una cara A del álbum bastante atractiva.
Como también era de esperar, sin embargo, la cara B del disco concentrará los pasajes menores de este, con canciones como 'Follow the blood' o 'Bound and burned', bien ejecutadas pero bastante monótonas y donde únicamente la demencial 'Overtorture' (también cortesía de Erik Rutan), así como esas vociferaciones enormes de George Fisher en el cierre de 'Cerements of the flayed' (increíble como aún se las arregla para sonar incombustible el hombre) aparecen como menciones a destacar, cerrando así un disco que trae de regreso a Cannibal corpse en un nivel acorde a lo que en general venían siendo sus entregas durante la última década. No hay sorpresas, pero tampoco decepcionan.
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