ZEPPELIN ROCK: BLACK REBEL MOTORCYCLE CLUB - B.R.M.C. (2001): CRÍTICA Review

jueves, 23 de noviembre de 2023

BLACK REBEL MOTORCYCLE CLUB - B.R.M.C. (2001): CRÍTICA Review

 


por Dani Matute (@dmatuteb)



Hoy centraré mi crítica, mis impresiones, en el álbum de debut del 2001 del grupo Black Rebel Motorcycle Club, el titulado B.R.M.C., que puede considerarse un título homónimo pues son las siglas que usará la banda. También creo que es la primera vez que aparece un vinilo con sólo tres caras: A, B y C. Podría tirarme el rollo y dármelas de previsor y que con esta entrada cierro un pequeño triángulo junto con las dos anteriores. Pero ha salido sobre la marcha. Hace dos semanas os traje un disco de los The Call (leer). Anteriormente, os protagonistas habían sido Nudozurdo (leer). Me dije que estaría bien buscar algo en común entre los dos. Y, señoras, aquí os traigo a los Black Rebel Motorcycle Club. La afinidad con The Call está clara: relación padre/hijo de Michael Been y Robert Levon Been. Con los Nudozurdo comparten la oscuridad en su música. Tanto que creo que los españoles tienen a esta banda entre sus grupos de referencia. Además, en este caso, este LP fue uno de los tres que adquirí de super oferta junto con el Sintética de Nudozurdo, como os conté en la entrada dedicada al mismo, aquí.



Este grupo, que huele a chupa de cuero y whisky, y que tomó tanto nombre como logo del grupo motero que encabezaba Marlon Brando en la película The Wild One (Salvaje, para los que sabéis inglés), surgieron a finales de los 90 principios del 2000 en California. Por ahí leeréis que pertenecen al mismo movimiento de nuevo rock americano, junto a grupos como Strokes. Pero vamos, ¿para qué conformarse con Strokes teniendo a BRMC? Además, ellos rápidamente se desmarcaron. Por ejemplo, su tercer y maravilloso LP, Howl, es un giro al folk. Y en el cuarto, Baby 81, volvieron a dar una vuelta de tuerca para integrar también el blues. Y así cada nuevo trabajo. Aunque eran y son un trío, los máximos responsables de BRMC son su bajista y vocalista, Robert Levon Been y el guitarrista y vocalista, Peter Hayes. En sus primeros discos, en la batería estaba Nick Jago al cual reemplazaría, allá por el 2008, la maravillosa Leah Shapiro, que se mantiene en el grupo a pesar de su operación en la cabeza.

En este disco de debut, Robert Levon Been utilizó el seudónimo de Robert Turner, porque no quería aprovecharse de la relación con su padre, líder de los The Call, Michael Been. Sin embargo, en el vinilo que tengo yo, aparece un agradecimiento especial a Michael Been. Más adelante, Robert empezó a firmar con su nombre verdadero. Además, su padre pasó a ser ingeniero de sonido del grupo. Y como contaba en mi anterior y mencionada entrada del blog, murió en pleno concierto en Bélgica de un ataque al corazón. En los créditos vemos que el disco está íntegramente compuesto, interpretado y producido por los mismos BRMC. La versión que yo tengo es una reedición hecha por Music on Vinyl en 2014, portada doble, vinilos de 180 gr que incluyen el disco original publicado en 2001 y un nuevo plástico con una cara C y cuatro canciones. La otra cara es un grabado láser o algo parecido que no puede reproducirse. Muy bonito y mucha calidad. Y más por el precio que pagué.



Tras hablar del envoltorio, vamos al contenido. En mi opinión, es un gran disco debut. Al igual que a Nudozurdo los descubrí buscando alternativas a Vetusta Morla y demás grupos de moda, llegué a los BRMC intentando conocer algo sobre los grupos que yo denominaba “de modernillos”. De hecho, de esa manera tengo rotulados varios CDs que me grabé en su momento. El caso es que no me convencían demasiado los Strokes, Kasabian, Chaiser chiefs, Arctic Monkeys…Y terminé conquistado por estos californianos y por los escoceses Franz Ferdinand. Los Franz son mucho más luminosos. Estos BRMC son más oscuros, de atmósfera densa como los garitos antes de la prohibición de fumar. A mí me recuerdan a los Love & Rockets o a los Jesus and Mary Chain. A veces, incluso, a Stone Roses. La verdad es que parecen británicos más que americanos. Y del rock, es posible que beban más del grunge que del rock clásico, al revés de las bandas con las que se les relacionó al principio. Yo recomiendo escuchar el disco entero, de un tirón, para sumergirse en su desolación, en la distorsión y en la oscura psicodelia que a veces poseen.  Eso sí, los que se aventuren a este círculo del infierno que abandonen la esperanza y no busquen estribillos fáciles y alegres melodías en general. En algún artículo leí una frase sobre ellos que se me grabó: “el oscuro atractivo de BRMC”.



Se abre la cara A con “Love Burns”, uno de sus himnos. Comienzo atmosférico con intro de guitarra acústica a la que sucede una base rítmica de lujo: batería y, sobre todo, bajo, muy bien ejecutados. La distorsión suficiente y necesaria de guitarra. A mi me recuerda a un grupo de los 80 no muy famoso, Love & Rockets. Una de mis canciones preferidas de ellos.

De nuevo apoyándose en un maravilloso trabajo al bajo de Robert Levon Been y con un riff de guitarra sucio pero, al mismo, identificable, de nuevo el bestial bajo, otro riff, el solo de guitarra, otro riff. Es “Red Eyes And Tears”. Empiezas a sumergirte en su sonido oscuro, que no es garage. Ya te ha atrapado.

El tercer corte es el que más se desmarca de la idea global del disco. Quizás por esta canción les metieron en ese grupo de new rock o post punk o como se diga. Claro, el titulo de por si da pistas : “Whatever happened to my rock ‘N’ Roll (punk song)”. Efectivamente, miramos hacia la ventana para ver un poco de claridad. Como reza el título, un tema muy cercano al punk. Indicado para hacer saltar a la peña en los conciertos y demostrar que saben dar caña si quieren…

Pero no quieren. Prefieren regalarnos un temazo como “Awake” donde capa sobre capa de guitarra elaboran una canción sobresaliente, quizás el punto álgido del disco. Algún día me suena a The Verve. Pero vamos, que si en la anterior canción se apoyan en ritmos conocidos y manidos, en esta ocasión utilizan sus propios cimientos para construir “Awake”

En “White palms” me vuelve a cautivar el bajo. ¿He dicho ya que me encanta el trabajo al bajo de Robert Levon Been?

Para cerrar una sobresaliente cara A, tenemos “As sure as the sun”. Una especie de balada donde más suenan a los Jesus and Mary Chain.




La cara B abre de forma peculiar. “Rifles” es un tema de muchos quilates. Una intro acapela repetitiva para comenzar siete minutos al más puro estilo Stone Roses. Como siempre que me refiero a los de Manchester o hago paralelismo, suele ser por un ritmo hipnótico o que a mi me lo parece.

“Too real” me suena a Beatles. Y seguimos con las referencias británicas.

Otra pequeña obra maestra es “Spread your love”, en el tercer corte de esta cara. De nuevo  ese fantástico bajo al inicio, cómo se le suma la batería y luego esa guitarra. Incluso armónica. Quizás la más hard rockera del disco. Al igual que la tercera de la primera cara, se desvía un poco del estilo general del álbum. Pero me encanta.

Terminamos el álbum con las dos canciones mas flojas del disco. “Head up High” es más intimista y con guitarras más limpias.

“Salvation” es un poco aburrida para terminar.

Y ahora llegamos a la cara C. Tenemos cuatro canciones extra, todas de corte más acústico que provienen de la reedición que hicieron en 2008 en CD.

“At my door”, con guitarra acústica y pandereta.

“Screaming Gun”, más blusera, con armónica incluida. Quizás la que más se parece a lo que luego hicieron en su disco Howl, mucho más folk y sonido americano.

“Tonight’s with you” al estilo de la primera canción de esta cara, quizás se me hace un poco larga.

Y cerramos con “Loaded gun” de nuevo electrificada y en la senda de los Stone Roses. Un buen cierre.


En definitiva, un disco sólido que, sin ser rockero, lo es. Sin ser psicodélico, lo es. Y ¿qué queréis que os diga?, me encantan los discos que son muchos discos en su interior.

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