ZEPPELIN ROCK: MAGNUM - On a Storyteller's Night (1985): CRÍTICA Review

sábado, 9 de julio de 2022

MAGNUM - On a Storyteller's Night (1985): CRÍTICA Review


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia


Cosa es sabida que todas las bandas alcanzan el punto de implosión en algún momento de su carrera, tanto si logran el éxito como si se mantienen inmersas en el fracaso. Cuando Magnum acabó su actuación en el festival de Reading en 1983 estaban acabados. Su contrato con Jet Records había sido un infierno; ninguno de los cuatro discos grabados se publicó a tiempo (hasta dos años pasaron en el cajón) o recibió publicidad. La propia banda se ofreció a pagar por publicarlos. Sin mucha perspectiva, decidieron tomarse unas vacaciones. El teclista Mark Stanway se enroló en la banda de Phil Lynott, el batería Kex Gorin probó suerte con Robin George, el cantante Bob Catley se ofreció como frontman a barias bandas y el guitarrista y compositor principal Tony Clarkin enfermó seriamente y pasó varias veces por el hospital. No había mucho futuro.



Pero la luz apareció: Jet Records canceló, visto lo visto, el contrato. Eran libres. Catley llamó al bajista Wally Lowe para hacer algo juntos y, tras deliberar, se juntaron con Clarkin para montar una nueva banda. Al final, decidieron retomar Magnum, llamar a su colega Stanway al barco de nuevo y reclutar al batería Jim Simpson. Sin compañía, sin dinero, sin canciones. Pero la luz volvió a aparecer: la independiente FM/Revolver puso el dinero encima de la mesa y en pocas semanas estaban dispuestos a meterse en el estudio Abbatoir, de su Birmingham natal, con Kit Woolven (Thin Lizzy, David Gilmour). Y la luz se apareció por tercera y última vez cuando el álbum, publicado en mayo de 1985, alcanzó el puesto 22 en ventas y les proporcionó su primer disco de oro. Antes de acabar el año tenían un generoso contrato con Polydor y un proyecto con Roger Taylor (Queen) a la producción. Pero eso será contado en otro momento.

Este salto, sin duda, nació en la fe y la calidad de Tony Clarkin como compositor. Su estilo se cimenta en melodías con gancho, pomposas incluso, con acertados arreglos y letras de mensaje sencillo. En los primeros ochenta, pasó del rock de corte más progresivo de sus primeras obras a una mezcla de AOR y soft rock. El gran trabajo de On a storyteller´s night gira alrededor de la fantástica interpretación vocal de Bob Catley sobre la guitarra efectiva de Clarkin y los excelentes teclados de Stanway.



El álbum comienza con la intensidad de How far Jerusalem, un corte que habla de las víctimas de un mundo roto a las que nadie escucha, gente que ha sido abandonada, que vaga sin consuelo o que se ha perdido: «there is no charity from where they come/there´s nothing left to be». Una historia que se repite a lo largo del tiempo: «they are the victims of the night/ride against the wind born to lose the fight». La música recrea esta desesperación con una larga intro de teclados, una voz distorsionada y un juego de tensión entre estrofas y estribillo. El primer single y vídeo fue Just like an arrow, quizá la composición más pensada para el oyente medio, de melodía agradable, muy roquera, un estribillo directo y un riff de guitarra reconocible. Básicamente, una confesión de amor eterno en cualquier circunstancia: «it goes deep my love only for you/just like an arrow». El teclado, sobre todo en la parte central, marca también la canción. El vídeo (en parte) se grabó en España e incluye una plaza de toros y el desierto de Almería.

El segundo single incluyó los dos siguientes cortes del disco. On a storyteller´s night es una canción sobre pesadillas y los cuentos que compartimos. Puede interpretarse como un simple encuentro de amigos charlando y contando historias que acaban con miedos nocturnos, pero también como un aviso a las consecuencias de las cosas que contamos, cómo nos dejan sin dormir por las noches: «keep your night light burning/i´ll come through wind and rain». Tiene un ambiente misterioso, con un piano y los sintetizadores subiendo y bajando a lo largo de la canción, imitando el viento en la noche, y un estribillo poderoso. Before first light hizo de contrapeso a ese single, más roquera, con su riff cortado y el protagonismo de la batería en la mezcla. La estructura se convirtió en recurrente en las composiciones de Clarkin: una intro y una estrofa roquera, un estribillo o un parte central pausada, un solo de guitarra y vuelta a comenzar, en este caso repitiendo incluso la letra.

En un disco lleno de clásicos del directo de Magnum aparece una de sus canciones más interpretadas, una de las más intensas de su discografía. Les morts dansant habla del momento exacto de la muerte: «what a night for the dancing dead/what a night to be called to heaven». Se conduce con una épica cinematográfica mediante imágenes impactantes y arreglos alrededor de una melodía sencilla, como un canon medieval, simulando esa danza que se avisa en el título. La guitarra aparece discretamente en la primera parte para tomar protagonismo al final, igual que la batería. No solo la composición es excelente, si no que la producción convierte estos cinco minutos en épicos. Tras tanta intensidad, Endless love tiene una producción muy eighties, con una excelente interpretación de Lowe y una línea y unos arreglos de sinte que marcan el sonido junto a la guitarra. Parece un tema menor más cuando de seguido aparece Two hearts, otra joya del álbum con un adictivo estribillo «good love/forsaken/two hearts/one breaking». Canto desesperado del que llama y busca sin obtener respuesta.

El álbum encierra aún otra joya: Steal your heart. Qué sencillo parece componer como Clarkin pero qué espectáculo. Una melodía y una letra encadenadas a unos instrumentos armonizados con elegancia para llegar a un estribillo breve y pegadizo. En el fondo, hubiera sido otro single de escucha amable en la radio, sin estridencias, y con quizá el mejor solo del disco. Tony siempre ha sido un guitarrista eficiente aunque nada espectacular. Esa sencillez aparece de nuevo en All England´s eyes, donde el teclado y los cambios de batería marcan el devenir de la canción. Quizá de las mejores interpretaciones de Catley también; estupenda esa parte de voces dobladas sobre la batería. Y que no falte una balada de piano, sentida. The last dance por momentos me recuerda a Meatloaf en la forma de acompañar la voz, los adornos, la melodía. La canción va in crescendo, «they walk past still no one has asked/feeling much older the evening has crashed», se añade un arreglo de (falsos) violines «another lonely night is one too much». Un final desesperado.

La portada merece una mención especial. La dibujó Rodney Matthews, artista gráfico dedicado a la ciencia ficción y la fantasía, colaborador habitual de Magnum desde Chase the dragon (1982) hasta el día de hoy. También ha realizado portadas y posters para Asia, Diamond Head, Nazareth o Praying Mantis. La idea del contador de historias que es la base de Magnum: ellos, siempre, quieren ser el trovador que te engancha y que no te puedes quitar de la cabeza.

Ignoro si debe considerarse el mejor disco de Magnum, lo que sería mucho decir. Lo cierto es que merece, como la banda en realidad, el mérito y el valor de otros discos que vendieron más y tienen peores composiciones y menos arte que On a storyteller´s night. Treinta y cinco años después suena tan alentador y épico como sonó entonces. 

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