por Jose Meh (@josepzs)
del blog La Poza del Meh
Hay que ver cómo ha arrancado el año en la escena nacional, amigos... Ha habido tiempo para que bandas de las que esperaba bastante demostrasen lo que valen una vez más y tiempo para descubrir bandas que no conocía y que me han dejado con el trasero torcido. En ese segundo grupo están Santo Rostro, una banda de Jaén que presenta su tercer disco. En esta nueva obra, la banda formada por Antonio Gámez (voz y bajo), Miguel Ortega (guitarra) y Alejandro Galiano (batería), da un paso adelante a nivel compositivo, sumando más influencias influencias del Doom a su estilo, que en sus inicios era más cercano al Sludge, logrando un sonido cada vez más sólido y que les ha permitido dar a luz a un disco totalmente redondo como es este The Healer. Debutaron bien con Santo Rostro (2013), pocas semanas después de formarse, mejoraron su propuesta en II: The Bleed (2015), y ahora lo dan todo en este The Healer que comentamos hoy por Zeppelin Rock.
Riffs densos, pasajes agónicos, ritmos hipnóticos... Santo Rostro han dado rienda suelta a sus inquietudes compositivas y eso nos permite encontrarnos con cinco joyas de primer nivel, jugando con varios estilos en algunas de ellas, pues aunque parten de una base de Stoner, Sludge y Doom sus influencias pueden ir desde el Heavy Metal hasta el Jazz pasando por el Prog o el Blues... no me lo invento, puedes buscar su Facebook, donde ellos mismos te lo confirman, aunque te recomiendo más que busques este The Healer y lo descubras a través de varias escuchas. El disco ha sido grabado y mezclado en Estudios La Mina por Raúl Pérez (en Sevilla y donde han grabado), masterizado por Brad Boatright en Audiosiege (Portland).
Una vez entramos en materia, nos encontramos con un abusón primer tema, One Small Victory, donde manda la contundencia y cuenta con un gran protagonismo para la guitarra de Ortega, que baila con el bajo de Antonio, generando algunos riffs realmente hipnóticos. Otro punto destacable es la mejoría de la voz, manteniéndose firme en cada pasaje del disco, donde requiere diferentes registros según la situación lo requiera. A continuación nos encontramos uno de los dos temas que superan los diez minutos de duración como es Cut My Hand, una joya en la que la banda muestra su gran variedad de influencias, partiendo de una base entre Stoner y Doom y jugando con un agónico pasaje ambiental a mitad de tema, en el que destaca la labor de Alejandro en la percusión... y es que a lo largo del disco hay protagonismo para los tres músicos, amigos.
Tras el momento para la experimentación absoluta que supone Cut My Hand, llega Born Again, en la que la banda tira de su vertiente más cañera y directa presentando un tema cortito antes del tema título, The Healer, que se vuelve a estirar hasta los diez minutos y que contiene una opresiva atmósfera desde su inquietante inicio, en el que la guitarra nos introduce al tema mientras los demás instrumentos van entrando a paso lento, junto a una lejana voz que parece venir del jodido planeta Marte... generando un tema extraño pero adictivo pues, en el momento en que te envuelve, ya no puedes salir de él. El final del disco llega con Hynolome, en la que la banda muestra un registro más agresivo y contundente, salvo en un nuevo interludio hipnótico que se muestra a mitad de tema.
Cinco cortes y cuarenta minutos en los que Santo Rostro confirman lo que ya apuntaban, que son una banda con un futuro realmente brillante. Han ido evolucionando su sonido progresivamente a medida que sus influencias iban cambiando, sin perder ni un ápice de su esencia y mejorando lo presente, logrando sacar un sonido realmente sólido y sin fisuras que se refleja en este The Healer, su mejor obra y un candidato (otro más...) a aparecer en las listas esas que publicamos en diciembre. Siendo este disco un nuevo y firme paso adelante para Santo Rostro, solo podemos augurarle un futuro brillante a una banda que, esperemos, no deje de crecer.
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