por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC
Uno de los grandes e inesperados éxitos mainstream, no sólo comercialmente sino también desde el punto de vista artístico. Un producto barroco, extravagante, psicodélico y muy original visualmente, una orgía de luz y color con innovadores efectos especiales que se integran francamente bien con el fondo del film.
El Dr. Stephen Strange lo tiene todo. Éxito y reputación laboral, dinero, un buen piso, espectaculares coches… todos lo admiran por su infalibilidad como cirujano, lo que le permite ser egocéntrico, cínico, prepotente e irónico a tiempo completo. Todo esto cambiará cuando sufra un tremendo accidente que le provocará graves daños neurológicos en las manos, impidiéndole ejercer. Desesperado por la incapacidad científica acude a una secreta, misteriosa y casi desconocida comunidad en Nepal, Kamar-Taj, que le obligará a replantearse todo lo que creía saber, tirando su ordenado y científico mundo a la basura.
Scott Derrickson ha logrado dar peso y personalidad propia a este personaje Marvel que no es tan conocido como otros. Hace una presentación eficaz y solvente, describiendo a su héroe con precisión y valiéndose del trabajo siempre excelente de Benedict Cumberbatch, que aquí vuelve a encarnar a un personaje inteligente, altivo, cercano a la genialidad, prepotente…
Mide muy bien los tiempos, en una narración fluida que no decae nunca y una segunda parte trepidante sin resultar nunca acelerada ni apresurada. Un primer tercio de presentación, luego una fase de preparación y terminando con el enfrentamiento contra los villanos para que ponga en práctica lo aprendido. De manual.
Derrickson recrea un mundo donde se manipula el espacio y la materia, donde se juega con el tiempo, donde se desdoblan los cuerpos y hay infinitos mundos y dimensiones, por lo que los efectos especiales utilizados y mostrados son una genialidad y una virguería, que van mucho más allá en sus intenciones y sentido del mero parecido a los que viéramos en “Origen” (Christopher Nolan, 2010), en una fascinante imaginería entre psicodélica, elegante y pesadillesca, colorida y psicológica, con momentos que recordarían al subconsciente de “Recuerda” (Alfred Hitchcock, 1945).
Así, la idea de olvidar lo que sabes y la alteración de las leyes lógicas y físicas encaja a la perfección con esa constante alteración de las construcciones, los decorados, los entornos…
Escenas como la inicial, la lección de “La Anciana” (Tilda Swinton) al llegar Strange buscando ayuda o el duelo por las calles de Nueva York frente a los villanos son buen ejemplo.
Disfruto mucho de ese juego con los anacronismos donde se fusionan decorados y vestuarios arcaicos con otros actuales y la imaginería desfasada de la película, una mezcla estilística que no es novedosa en su concepción, pero si imaginativa en su plasmación, dejando hallazgos visuales muy atractivos.
Del mismo modo, todas esas transgresiones físicas adquieren cierto sentido metacinematográfico, ya que altera la propia idea de encuadre, al que escinde, divide y cambia a voluntad, reinterpretando su sentido imaginativamente, obligando a la cámara a moverse en consonancia. Una locura visual que dejaría perplejo a Penrose.
Todo este frenesí no impide que haya momentos de gran lirismo poético, de hecho se beneficia de él. Un ejemplo es la última escena de “La Anciana” junto a Strange y sus cuerpos espectrales.
Usa muy bien el plano general, lo que es un alivio, aunque tampoco abusa mucho desgraciadamente, lo que hace que no resulte asfixiante y podamos ver bien los entornos. Marca bien con cámaras ligeramente inestables, angulaciones y distancias los momentos de conflicto o crispación entre personajes.
Hay un fresco sentido del humor, muy habitual en estos títulos, y bromas y referencias hacia “Los vengadores”, con cameo de Stan Lee incluido. No puede faltar.
Quizá en el guión encontramos los principales defectos, aunque también tiene buenos momentos de ingenio. Algunos no son tanto problema suyo como exposición clásica del arco habitual de este tipo de personajes, a saber, un hombre brillante o adinerado, o no, que ve truncada su vida y toca fondo, adquiriendo de las más diversas maneras poderes que lo redimen (Deadpool, Iron Man, Batman… aunque estos últimos no obtienen poderes).
Además no logra evitar el clásico didactismo de la mitología particular de la película, justificado al seguir los pasos del ignorante protagonista, pero demasiado artificioso y rígido. Aspectos que sabemos tendrán su eco ya que se hace especial hincapié en ellos y no en otros muchos en los que se podría hacer también.
Hay lagunas, como en el uso algo arbitrario de los poderes y conjuros, así como de ciertas situaciones algo extrañas resueltas de una forma algo escapista. El personaje de Michael Stuhlbarg sobra y está completamente desdibujado y desaprovechado. El encarnado por Chiwetel Ejiofor tiene una evolución apresurada y muy poco convincente…
En el apartado interpretativo todos cumplen con solvencia, aunque es obligado destacar al protagonista, Benedict Cumberbatch. También destaca Tilda Swinton, que vuelve a sacar partido a su inquietante rostro y su afición por el disfraz.
No se vayan hasta el final, hay dos escenas extra. Si te gustan estas películas, raro será que no pases un rato divertido.
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Magnifica profundización de temas complejos...!!!
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