Dejamos Lisboa de mañana. Desde allí nos desplazamos hasta Oporto y en el trayecto contemplamos la posibilidad de visitar tres monasterios portugueses que estaban en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. De este modo, el primero de ellos no era otro que el monasterio cisterciense de la localidad de Alcobaça, que alberga sendos sarcófagos en donde están "enterrados" los cuerpos enamorados del rey Pedro I de Portugal (m. 1367) y el de su amante Inés de Castro. Solo por la decoración que estos exhiben vale la pena esta visita, pero también por el claustro y por el edificio que se expone ante una imponente plaza que lo realza más aún.
Era domingo, y cometimos la torpeza de entrar primero a ver el claustro y dependencias aledañas a la iglesia, en cuya cabecera o altar mayor se exponen los sarcófagos, de tal manera que cuando salimos ya había empezado la misa y perdimos cerca de una hora hermosísima, pues mientras el rito tenía lugar no había manera de acercarse turísticamente a visitarlos. De eso se ocupaban incluso unos guardias de seguridad que retenían a la plebe deseosa de disparar sus cámaras fotográficas. Una vez terminada esta recomendable visita, tomamos de nuevo el portante esta vez hacia el monasterio de Batalha, pero de esto ya os hablaré otro día.
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