ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película Coherence (James Ward Byrkit, 2013)

domingo, 2 de agosto de 2015

Crítica de la película Coherence (James Ward Byrkit, 2013)



por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC




Interesante e intrigante thriller independiente, opera prima del realizador James Ward Byrkit. Realizado en pocos días, sin apenas presupuesto y con una única localización, la claustrofóbica casa del grupo que se reúne a cenar (con la salvedad de algún paseo por la calle adyacente).


Un grupo de amigos se reúne a cenar en la casa de uno de ellos el mismo día que un cometa pasa cerca de la Tierra. En 1923 un suceso parecido provocó que mucha gente se desorientara y perdieran la razón y el sentido. Lo que parece una anécdota se convierte en una pesadilla cuando comienzan a pasar cosas raras en la casa que empiezan a afectar a todos.



La dirección de Byrkit es bastante notable, especialmente en sus iniciales intenciones. La extrañeza, la desorientación, el desconcierto, son magníficamente resaltados con los rasgos estilísticos usados por el director. Desenfocados constantes, encuadres en apariencia arbitrarios, distraídos, inconexos incluso, cámara al hombro, encuadres inestables, elementos que se cruzan delante del plano… todo para resaltar, precisamente, el estado de ánimo de ese grupo, su desconcierto y desorientación paulatina con los sucesos que acontecerán esa noche.

También hay una intención documentalista, desde esa dirección en apariencia distraída, dispersa, al tratamiento de los diálogos, donde todos se pisan la palabra, se interrumpen, hablan a la vez, incidiendo en la naturalidad del momento.

Otro rasgo interesante en esta primera parte son los fundidos a negro constantes, como recreando unas lagunas narrativas que podrían tener que ver con los sucesos que comenzarán a sucederse. Del mismo modo, Byrkit utilizará las panorámicas bruscas para los momentos más tensos y violentos.




Con todo, para ser consecuente con esa planificación, hubiera estado bien que la dirección variase conforme las respuestas van saliendo a la luz, terminando con la incertidumbre, aunque manteniendo el desconcierto. Podría haber sido una interesante solución expresiva. Sé, además, que este tipo de direcciones tan aparentemente descuidadas no siempre son cómodas para el espectador.

El cometa será un elemento constante durante la narración, aparecerá ocasionalmente para mantener siempre explícito su influjo en todo lo que vemos, unas veces verbalizado y otras visualmente. La modulación de la extrañeza, con giros sorprendentes cada vez más numerosos, es muy buena.

En este sentido también es elogiable el uso de los objetos, las fotos, las cajas, los elementos que contienen, los móviles que estallan, la copa rota, las linternas… todo usado con inteligencia para marcar cebos y aumentar la intriga.




En un principio parece que la historia puede llevarnos a un interesante juego temporal, un juego de espejos entre pasado y futuro, pero la cosa no irá por ahí. También se insinúa, provocado por los rasgos estilísticos de dirección, que las extrañezas proceden de la desorientación, desconcierto o posible amnesia que el cometa ha podido producir en los personajes, aclarándose posteriormente cuando se nos muestren esas cosas de las que no hemos sido conscientes, sometiéndonos al punto de vista estricto de esos personajes.

El juego con los dobles que van apareciendo durante la narración nos remite en cierta medida al Paul Auster de “La trilogía de Nueva York”, en concreto a relatos como “Ciudad de cristal” o “Fantasmas”.

Todos estos sucesos sacarán lo peor de los personajes, secretos, actitudes y aspectos que preferían mantener ocultos, donde todos sospechan de todos…

Los aspectos técnicos no son el fuerte de la cinta, pero no es un problema, más teniendo en cuenta la modestia del proyecto. Un ejemplo, la iluminación con las velas, no resulta del todo creíble y es algo variable.



No todo es brillante, hay varios aspectos poco logrados en la película que limitan su alcance. Hay ciertos aspectos de la trama, lo peor de la película, que lastran lo que es una magnífica idea inicial por torpes, absurdos o arbitrarios. Una vez se incluye en la narración la teoría de “El gato de Schrödinger”, la película pierde el efecto sorpresa. A partir de ahí se caen en muchas torpezas con comportamientos absurdos de los personajes. Por ejemplo:

El autochantaje; la arbitraria, gratuita y forzadísima inclusión del libro del hermano sobre “El gato de Schrödinger y las teoría de física cuántica; el coqueteo romántico e infiel interrumpido…

No se entiende tampoco el estado de paranoia inicial en el que se sumen repentinamente todos los personajes por un simple apagón. Ahí la progresión dramática aparece algo acelerada, le falta algo más de elaboración.

A pesar de estos defectos el resultado es satisfactorio porque es original y desprende inteligencia, siendo una ópera prima muy prometedora. Se plantean buenas reflexiones. Esa renuncia al ideal, al orgullo, a las dudas, cuando la cosa se pone difícil, cuando tememos perder la vida que conocimos, una decisión que antes nos parece imposible por la incapacidad para hacer abstracción, regodeándonos en miedos, complejos, apegos, egoísmos, orgullos… La idea de ser un impostor en nuestra propia vida, con esa abierta conclusión; la necesidad de recuperar el control de nuestras vidas, darles coherencia, lo fácilmente que se nos va de las manos ante cualquier duda o conflicto, lo fácil que es caer en la incoherencia…

La coherencia es algo que pedimos con tesón e insistencia a los demás, incluso a veces a nosotros mismos, aunque con menos ahínco, pero resulta un anhelo inalcanzable.

Buena película, con defectos, con 8 personajes en una casa que resulta intrigante, desasosegante y claustrofóbica.

©Jorge García

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