Nos encontramos así frente a ocho canciones (bendita cifra, precisa, lo he escrito decenas de veces acá) que en cuarenta minutos y fracción dan muestras de cuanto le gusta el metal a Dave, quien, por cierto, toca todo acá y se pasea por cuanta influencia se le antoja, por lo general apuntando hacia las raíces ochenteras del metal, algo que se aprecia en el thrash de cosas como 'Encino', 'March of the insane' (muy Motorhead esta última), 'The sweet abyss' o 'Angel with severed wings', pero también mirando hacia atrás e incorporando cositas muy doom en la sólida 'Cold', la genial 'Becoming' (que abre y cierra entre gritos bestiales) o en ese cierre fantástico a cargo de 'Lacrimus dei ebrius', una donde Black sabbath chorrea por doquier.
Cabe mencionar el que a lo largo del álbum el tratamiento vocal de Dave Grohl lo vuelve realmente irreconocible, siendo más que nada en ciertos pasajes sonoros (en uno que otro coro) donde efectivamente el asunto olerá a Foo fighters, generando así una mixtura no solo curiosa sino que bastante atinada y atractiva. Digamos, algo que hubiésemos querido llegase más allá de la anécdota, que es donde lamentablemente quedarán guardadas estas canciones tras la lamentable muerte de Taylor...
No hay comentarios:
Publicar un comentario