We es, ante todo, un álbum de tonos grises y melancólicos, un trabajo que escapa de las guitarras eléctricas y las ansias de baile que intentaron promover en su antecesor, centrándose más bien en la generación de atmósferas profundas, reflexivas e íntimas. Además, a diferencia de lo hecho en cualquiera de sus antecesores, esta vez han apostado por calidad en lugar de cantidad, entregando solo nueve canciones más un preludio que en cuarenta minutos pretenden entregar un concepto sonoro claro, sin dispersiones.
Abren de manera ambiciosa, con el piano de 'Age of anxiety I', hablando de los males de la sociedad actual en términos de calidad de vida ("En la era en que nadie duerme y las pastillas hacen poco por mí..."), aunque pegándole el palo también al mundo de las apariencias ("Cuando te miro, veo lo que tú quieres que vea..."), en una canción que entrando a los tres minutos despega con fuerza entre teclados y la potencia de la batería. Es una tremenda partida que, digámoslo, por sí sola se come entero al Everything now. En una línea similar, la de pasar desde la calma del piano a las explosiones (en este caso electrónicas), sonará 'Age of anxiety II (Rabbit hole)', desarrollando la fórmula también con elegancia y eficacia, aunque quizás alargándose demasiado en su hipnótica sección final.
Tras los diez minutos iniciales sonará un preludio insignificante de treinta segundos seguido de 'End of the empire', dividida en dos partes también (I-III y IV, cosa más rara imposible), la primera en arreglos acústicos y la segunda sobre el piano, aunque ambas muy dramáticas en sus tonos, quizás demasiado, marcando el momento más pesado del álbum, al que curiosamente le seguirá el más brillante de este, primero gracias a 'The lightning' (I y II, again), la gran joya del disco, con una sección inicial intensa pero en calma, que como declaración de amor funciona a la perfección ("Podemos lograrlo, nena. / Por favor, no renuncies , yo no renunciaré a ti..."), y una segunda en donde se desata la fiesta (lástima que no la titulasen simplemente 'The lightning' y fuese una gran canción de cinco o seis minutos), y luego con 'Unconditional I (Lookout kid)', un bonito himno acústico dedicado a la auto determinación personal ("Mira, chico, confía en ti. / No tienes por qué jugar los roles que fueron escritos para ti. / Solo sé tú..."), seguida de 'Unconditional II (Race and religion)', que es el clásico tema onda disco que Regine Chassagne interpreta (acá con mucho tino) pero que cuenta con la particularidad de haber resucitado tras veinte años de silencio al eterno Peter Gabriel, en una participación muy minimalista, similar a lo que hicieron con David Bowie en 'Reflektor'.
Por cierto, porque hay que decirlo, es un cuento aparte y meramente de forma, pero... eso de dividir las canciones en parte I y II, ¿qué pinta acá? Honestamente, no le veo sentido ni justificación alguna, me parece un arranque pretencioso e innecesario que suma cero.
En fin, finalmente el viaje llega a término con 'We', otra bonita pieza acústica que finalizará el álbum con una elegancia que no le oíamos a Arcade fire desde hace bastante. We luce honesto como disco, es un esfuerzo artístico que suma y se percibe, doce años después, como la real continuación a The suburbs. Estos Arcade fire, más contenidos claramente tras tanto paso en falso dado durante la pasada década, consiguen de todas formas sonar coherentes y, en cierto modo, recuperados e interesantes de seguir.
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