ZEPPELIN ROCK: Extreme - Waiting For The Punchline (1995): Crítica review

viernes, 3 de febrero de 2017

Extreme - Waiting For The Punchline (1995): Crítica review


by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)




Queridos lectores, hoy mi entrada musical versará sobre el último álbum de los bostonianos Extreme que entró a formar parte de mi colección, como ya os avancé en mis comentarios sobre el álbum debut de la banda que podéis repasar aquí. Evidentemente, os hablo de Waiting for the punchline, un cedé que supuso un cambio estilístico respecto al sonido que nos habían ofrecido en sus dos primeras obras y en especial a lo largo de su tercero III sides to every story.


En este caso, la banda –o quizás sería mejor hablar de Nuno Bettencourt, que una vez más y con la ayuda de Bob St. John desempeñó la labor de productor– se decantó por un sonido más crudo, directo y poco depurado. La verdad es que a mí el resultado me parece más que aceptable pese al innegable cambio de dirección musical, pero a Extreme le costó la pérdida de su batería, Paul Geary, compañero durante diez años, que abandonó la formación sin acabar de grabar el disco y que fue rápidamente substituido por Mike Mangini. De hecho, el álbum también fue el último trabajo de Extreme con cierta continuidad ya que tardarían más de diez años en grabar un nuevo disco, este ya el último antes de desaparecer como banda. 




Pero dejad que me centre en el cedé del que os quiero hablar. Grabado en los Criteria recording studios y los Sound Techniques con los mencionados Geary y Mangini a la batería, Gary Cherone a las voces, Pat Badger al bajo y coros y el estupendo Nuno Bettencourt a la guitarra, coros y teclados, Waiting for the punchline tiene una vertiente visual diseñada por Cherone, Sandy Brummels y Walberg Design y un track list compuesto de los siguientes temas: 

There is no God 
Cynical 
Tell me something I don’t know 
Hip today 
Naked 
Midnight express 
Leave me alone 
No respect 
Evilangelist 
Shadow boxing 
Unconditionally 
Fair-weather faith




There is no God tiene un falso inicio, con la banda ensayando. Entonces paran, St. John les da la señal y se oyen las notas de la guitarra desnuda de Bettencourt; entra la batería y ataca la banda entera. Un temazo con aire de heavy funk en el que destaca la excelsa guitarra de Nuno acompañada por el bajo de Badger y el aporte enérgico de Geary. Lo habéis adivinado. Pese a ser la voz de Extreme y no ocurrírseme otra para cantar las canciones del grupo, Cherone nunca ha estado entre mis vocalistas preferidos. Y menos después de atreverse –el muy miserable– a creer que tenía lo que había que tener para ser cantante de Van Halen. Pero ese es otro tema. Con Cynical seguimos cómodamente instalados en el funk metal y por si nos quedaba alguna duda, con Tell me something I don’t know ya vemos que los riffs de bajo y una batería limpia son el leitmotiv del álbum, sin artificios, sin melodías resultonas, a palo seco. Y por encima de ellos, Bettencourt dando rienda suelta a su magia con las seis cuerdas, esta vez en un tema que me recuerda vagamente a Jane’s Addiction, si no fuese porque la voz de Cherone no se parece en nada a la de Farrell. Hip today es funky metal con un Nuno desatado y colorista, y una parte central en la que los dedos del guitarrista vuelan mientras una melodía con ecos de In-a-gadda-da-vida se cuela en el solo, ¿a vosotros no os lo parece? En mi opinión es algo repetitivo en el estribillo pero interesante. Naked –uno de mis favoritos, con una interpretación menos funky y más bluesy de lo que nos tiene acostumbrados la banda– comienza con Nuno y su guitarra, con un sonido limpio hasta que entran el resto de sus compañeros y dan continuidad a un tema en el que el guitarrista se luce.




Para la instrumental Midnight express sencillamente no tengo palabras. Es una genialidad directa en vena para alucinar una y otra vez y aceptar que cualquiera de nosotros hará mejor en tocar la pandereta que en intentar emular alguna vez a ese monstruo llamado Nuno Bettencourt, que desgraciadamente ha echado a perder su aura –que no su cartera– como músico de acompañamiento de Rihanna. Leave me alone tiene un extraño inicio, con la guitarra de Nuno pasada por un sintetizador e imitando a un cello y la voz de Cherone distorsionada. No es de las que más me llama la atención, la verdad, aunque la parte del solo –sin ser nada del otro mundo– me gusta como ha quedado. Con No respect siguen los efectos de sonido pero regresa esa inspiración funky para la base rítmica de Badger y Mangini que sirve de vehículo para que Bettencourt nos ofrezca unos guitarrazos enérgicos y un solo de los suyos. Cherone, bueno... Cherone grita y hace ver que es un vocalista al nivel de Nuno. Evilangelist es una extraña mezcla de funk y melodías arábigas, con una base marcada por la batería de Geary sobre la que Badger desarrolla sus líneas y Nuno arropa con los sonidos que extrae de su guitarra. Shadow boxing no me aporta una emoción especial ya que me parece que repite esquemas de lo escuchado hasta el momento, así que obviaré comentarla porque seguramente pecaría de un exceso de subjetividad. Unconditionally tiene un inicio acústico y aunque el fantasma de la aborrecida More then words sobrevuela el tema, debo decir que pese a sus coros y lo melifluo de la canción, tiene una carga emocional que me deja satisfecho cada vez que la escucho. Y con Fair-weather faith Extreme nos ofrecen otro ramalazo funky en el que el trío Badger, Betencourt, Geary se erige en protagonista. Es un estupendo tema en el que los tres instrumentistas suenan compactos y compenetrados mientras –lo siento de nuevo Gary, pero es lo que hay– Cherone canturrea a su alrededor. Por último tenemos un fantástico tema oculto al que comúnmente se conoce por el título del álbum, Waiting for the punchline, que pone la guinda de forma inmejorable a un disco que creo firmemente que está infravalorado y al que tenéis que dar una oportunidad. 



Y es que no iba a decirlo por lo trillado de la expresión, pero opino que esta obra supone la llegada a la madurez del grupo, con un cedé que quizás no resulta tan impactante en un primer contacto –está falto de melodías pegadizas y de solos a lo Eddie Van Halen– pero que con cada escucha gana en matices y detalles. La verdad, no sé lo que dijo la crítica de él en su momento y seguramente me expreso ahora de manera diferente a lo que en su época debí pensar de él pero, a día de hoy, en mi opinión –sinceramente– es su mejor trabajo. 

Podéis comprobarlo ahora mismo. 



¡Feliz fin de semana!

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