ZEPPELIN ROCK: TOTO - Hydra (1979): CRÍTICA Review

sábado, 18 de junio de 2022

TOTO - Hydra (1979): CRÍTICA Review

 

por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia

La manera en que adoramos (u odiamos) algunos discos sigue sorprendiéndome. De toda la discografía de TotoHydra me parece el mejor. Y no porque estén las mejores canciones o los singles más bombásticos, que no están, sino porque lo considero un ambicioso trabajo de composición y ejecución a cargo de músicos excelentes en cada uno de sus instrumentos. Y con tres cantantes nada menos.



Hydra fue el segundo largo de Toto, después del mega éxito de su debut homónimo, y la banda, en especial el teclista, cantante y principal compositor David Paich, quiso construir un universo sónico propio, con influencias del progresivo, el soul e, incluso, la música electrónica. La mezcla de voces del propio Paich, Bobby Kimball y Steve Lukather (guitarrista) permite registros muy diversos, con un halo pop en ocasiones y más roquero en otras. Junto a ellos, el bajista David Hungate y los Porcaro: Steve (teclista) y Jeff (batería). Bandaza.



Comienza el disco con una dupla curiosa y mágica: Hydra y St. George and the dragon. Dupla porque cuentan historias paralelas, como un misterioso y bizarro triángulo amoroso con una bestia, un caballero y una dama por la que competir: ¿eres la bestia posesiva o el caballero rescatador? En Hydra la perspectiva es la de la bestia, el dragón que posee a la dama y lanza al joven escaleras abajo de un golpe. Siente minutos de rock/pop progresivo donde Lukather hace un fantástico trabajo y la parte central con el teclado de Paich como protagonista nos lleva al final dramático. El tema se estira hasta el comienzo de St. George and the dragon, con un alegre piano (recuerda mucho a su debut), donde el enamorado se dirige tanto al dragón como a su amada. Un single de manual, con dos buenos solos de guitarra. Ambas historias, para más diferencia, cuentan con distintos cantantes principales; en la primera se encarga Paich de la voz principal y en la segunda Kimball.

Tras esta aventura, viajamos al futuro con 99, con un ritmo funky, basada en la melodía del piano y con una línea de bajo fantástica; la letra es algo extraña, de cualquier modo. Los solos de ambos "Steve" adornan la canción, el primero con un toque más electrónico, de Porcaro, y el segundo, de Lukather, quien también canta, con un toque jazzero. La cara A termina con Lorraine, pegadizo rock atmosférico que comienza lento para después acelerarse en el estribillo. La voz dulce de Paich nos arropa en este viaje a Francia para recuperar a la bella Lorraine.



A estas alturas se hace patente que la presencia de dos teclistas permite crear un entramado musical complejo, pero no denso, donde todos los músicos tienen su parte de protagonismo. La mezcla de voces solistas funciona al permitir no solo diferentes registros sonoros, si no distintas orientaciones en la narrativa de las canciones sin que se resienta la credibilidad de las historias.

La cara B presenta cuatro cortes bien distintos, aunque cercanos al hard rock de finales de los setenta, con toques AOR y mucha melodía. El primero, un rock de letra algo estúpida, se titula All us boys y avisa a las mamás que los muchachos están en la ciudad dispuestos a enseñar a sus niñas lo que es bueno para después salir por patas ("blow your minds and leave hot tires behind"). Esta vez Paich se pone duro; el estribillo resulta muy pegajoso, y, en general, los arreglos y las líneas melódicas del tema. La terna final la canta Kimball. En Mama vuelven al toque jazz con otro gran bajo, fantástica batería y (quizá) la mejor interpretación vocal, intensa pero no desmesurada, con tensión. La canción más hard roquera es White sister, con esa línea intensa, gran puente-estribillo y un solo rápido de Lukather; podría haber formado parte de su debut sin problemas. Y el cierre con una breve y sencilla balada, A secret love, donde se nota más que en otras partes del disco la influencia "electrónica". 

La banda produjo el disco con Reggie Fisher y Tom Knox y aunque vendió bien (fue rápidamente disco de oro y lleva ya un milloncejo de copias despachadas) la compañía y la banda consideraron volver a hacer música más del estilo de su debut. En pocos años, y tras un dubitativo Turn back (1981) se harían de oro y platino con IV (1982). Pero, como dijo alguien alguna vez, eso ya es otra historia…

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