Estrenada a mediados de los 80, Reform School Girls bebe del cine de género w.i.p. y basa su propuesta en una atractiva y resultona mezcla inverosímil de violencia, erotismo y sadismo sáfico en el que los personajes estereotipados dan forma a un elenco tan numeroso como desconocido a nivel mayoritario, aunque a Sherri Stoner la tengo vista en infinidad de telefilmes. Así, en este escaparate de tópicos no falta la reclusa hombrona, la extremadamente inocente, las escenas en las duchas, las guardianas sádicas o lesbianas, la psicóloga con buena voluntad, las peleas en los dormitorios, los cardados imposibles, las internas en lencería –hay escenas en las que parece que estemos viendo el salón de la mansión Palyboy en lugar de un correccional-, las torturas o las violaciones. En resumen, que esta Reform School Girls -con una banda sonora llena de temas interpretados por la misma Wendy O. Williams- no revolucionó el género, pero supuso un aceptable homenaje –algunos han dicho sátira- a la exploitation en su variante carcelaria y es un divertimento palomitero más que indicado para frías tardes de domingo al abrigo de la estufa.
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