Sin embargo, ese retorno no sería fácil. Su nuevo proyecto, Blizzard Of Ozz, era rechazado por las grandes compañías una y otra vez. En una nueva versión de la doble moral ninguna de las grandes discográficas quería contar con un alcohólico y drogadicto entre sus filas, y esa era la situación personal de Osbourne por aquel entonces. Finalmente, Jet Records, la compañía de Don Arden, padre de Sharon Arden, decidía darle una oportunidad.
Al tiempo que Black Sabbath se reinventaba con la llegada de Ronnie James Dio y el brutal Heaven And Hell de 1980, Ozzy Osbourne hacía lo propio montando una nueva banda y lanzando un álbum, Blizzard Of Ozz, en el que refundaba su inspiración musical en base a un sonido más moderno y más americano.
Una espectacular formación que incluye a Randy Rhoads el joven y talentoso guitarrista de Quiet Riot, a un Osbourne absolutamente maduro, a un sensacional combo rítmico formado por Bob Daisley, el bajista de Rainbow en el Long Live Rock 'n' Roll, y Lee Kerslake, baterista de Uriah Heep, y el siempre correcto Don Airey, músico que había trabajado para Black Sabbath y para Rainbow, en los teclados, se encargan de dar cuerpo en lo compositivo y en lo interpretativo a un inmenso trabajo.
Randy Rhoads era sin duda alguna uno de los guitarristas con más talento de su generación. La velocidad de Van Halen combinada con técnicas neoclásicas llegaría a definir su estilo revolucionario. A pesar de la brevedad de su carrera, Rhoads sigue siendo en la actualidad uno de los guitarristas más influyentes, y su legado quedaría presente en monstruos como Dimebag Darrell. Un tipo del que cabe preguntarse como lograba determinados sonidos. Inmenso.
Bob Daisley ofrece en Blizzard Of Ozz unas excelentes y pesadas líneas de bajo, y Lee Kerslake se muestra potente y contundente en la batería, conformando un combo rítmico veterano, solvente y curtido en mil escenarios, importantísimo a la hora de sostener las diatribas instrumentales del genio Rhoads.
Ozzy Osbourne, a pesar de su evidente decadencia personal, está en sus momentos más elevados a nivel interpretativo, y su voz es más espeluznante e increíble que nunca. Cuando nadie lo esperaba el Madman se marcó una de las mejores interpretaciones vocales de su carrera, en un disco, Blizzard Of Ozz, en el que da perfecta réplica al inmenso talento de su fichaje estrella, el joven guitarrista de 22 años Randy Rhoads.
Una excelente producción a cargo de los cuatro miembros de la banda, producción suave que prioriza los memorables riffs de guitarra de Randy Rhoads y el canto melódico de un Ozzy al que jamás se le ha dado el crédito merecido por su voz única. Las secciones instrumentales de los temas consiguen transportar a nuevos espacios sonoros, y las partes vocales son adictivas y atmosféricas.
Blizzard Of Ozz se abre con "I Don't Know", temazo en el que Ozzy no encuentra las respuestas. Certero tema de riffs rápidos, himno de los jóvenes descontentos tras el que llega "Crazy Train", pepinazo que se convertiría en el símbolo de Randy Rhoads tras su muerte en 1982. Uno de los temas más populares de 1980, culpable en gran medida del resurgimiento del heavy metal. Su riff de apertura, las maniáticas risas de Ozzy y su fresquísimo solo justifican por si mismos un tema en el que Daisley y Kerslake realizan probablemente su mejor trabajo de todo el álbum.
"Goodbye To Romance" es probablemente un tema calmado sobre el adiós de Ozzy a Black Sabbath. Una balada acústica que mostraba que incluso Osbourne tenía corazón. ¿Por qué burlarse de una de las mejores baladas de la carrera de Osbourne?. Se le tildó de cursi, pero claro, choca ver a Osbourne en este registro. El solo de Rhoads se ajusta a la perfección al tono del tema.
Después "Dee", acústica instrumental en el que Rhoads realiza un excepcional trabajo, demostrando sus dotes de guitarrista clásico. Brevísimo homenaje a la madre del propio Randy Rhoads, una especie de intro a "Suicide Solution", tema injustamente vilipendiado y acusado. Nadie que escuche esto se va a suicidar, sobre todo si tenemos en cuenta que versa sobre el consumo exagerado de alcohol y la muerte de dioses como Bon Scott. Realmente un fabuloso trallazo de rock con unos excelentes Daisley y Kerslake como soporte a las diabluras de Rhoads y las locuras de Osbourne.
"Mr. Crowley" es uno de los mejores momentos del álbum, con de nuevo un gran y virtuoso Rhoads y una intro de teclado en modo órgano de Airey fabulosa. Uno de los temas más legendarios del metal con unas letras que versan sobre el ocultista y satanista Alesteir Crowley y con un par de alucinantes solos ascendentes.
"No Bone Movies" es una excelente melodía rockera con la excusa de un adicto al porno, con por supuesto un excelente y rarísimo solo de slide guitar de Randy Rhoads. Tema subestimado injustamente en el que perviven los riffs de estilo Black Sabbath y la sarcástica voz de Ozzy.
"Revelation (Mother Earth)" se convierte en un tema triste sobre el fin del mundo con un genial puente de piano y guitarra. El solo cerca del final es inmenso, seguramente el mejor de Rhoads en todo el álbum, y eso ya es decir mucho. Un emotivo Osbourne relata con convicción unas magníficas letras. Inquietante y melódica al mismo tiempo para finalizar con "Steel Away (The Night)" un rápido y fiestero tema que despide Blizzard Of Ozz cargado de energía.
Sin entrar a valorar si es mejor Blizzard Of Ozz o Diary Of A Madman, el siguiente trabajo en solitario de Osbourne, lo que si se puede afirmar es que el primero es un auténtico clásico del heavy metal, una maravilla de disco que sirvió además para convertir a Ozzy en una estrella mediática. Un álbum atemporal que sigue sonando fresco más de 30 años después de su publicación. Es también el álbum que consolidó a Randy Rhoads como uno de los dioses de las seis cuerdas. Definitivamente la salida de Ozzy Osbourne de Black Sabbath tuvo fantásticas consecuencias para la historia del rock: el Blizzard Of Ozz del propio Osbourne y el Heaven And Hell de Black Sabbath.
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