Al parecer, la cinta fue masacrada por la censura, no tanto visualmente sino por la relación entre Marta y Verónica ya que paralelamente al argumento nos encontramos con el aspecto de la represión sexual como desencadenante de la escalada sangrienta, con una Verónica enamorada de un joven empleado del hostal, a cuya relación asiste muerta de celos y deseo una desequilibrada y dominante Marta con ligeros atisbos lésbicos. Amiguitos, Una vela para el diablo es una de esas películas españolas rodadas en inglés para el mercado internacional que contaba en su reparto con intérpretes variopintos. Así –además de las dos insuperables estrellas patrias-, tenemos a Blanca Estrada o al mismísimo realizador cambiando sus nombres por Blanche y Eugene respectivamente, al sevillano Víctor Alcázar utilizando el pseudónimo de Vic Winner, a la estrella británica Judy Geeson como reclamo para el mercado anglosajón y a una Lone Fleming –actriz danesa establecida en Madrid- que aporta exotismo, participaría en más proyectos de Eugenio Martín e incluso acabaría casándose con él. Con un guion muy acertado, una buena fotografía, música de órgano, montaje notable, misterio, gotas de erotismo, algo de sangre y unas interpretaciones fantásticas de Bautista y Roy, Una vela para el diablo es una película de lo más recomendable.
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