Piltrafillas, la verdad es que Stolen no es una mala película -al menos, no del todo-, pero es de aquellas que le hacen a uno preguntarse si era necesario rodarla. Ambientada en Nueva Orleans -y es que el señor Cage, cuando no tiene ganas de viajar, pone como condición para aceptar un papel que la acción tenga lugar al lado de su casa-, la cinta resulta muy poco original. Y es que por una parte, eso del padre obligado a cometer un crimen para salvar la vida de una hija ya lo vimos en A la hora señalada –la de Johnny Depp-, mucho más interesante y bien hilvanada que esta. Por otro lado, cuando para contar un prólogo que sirva de premisa para el resto de la cinta se utilizan 20 minutos de la misma, se advierte que no vamos a encontrarnos con un guion imaginativo precisamente. Además, el barrio francés está más visto en las pantallas que el desierto de Tabernas. En fin, amiguitos, que si por televisión emiten por enésima vez Pretty Woman o una película alemana rodada directamente para la televisión sobre un tsunami, Stolen es una buenísima opción para pasar la tarde dormitando en el sofá picando palomitas de microondas. En caso contrario, no pasa de ser discretamente amena, inverosímil y predecible, solo recomendable para seguidores recalcitrantes de Nicolas Cage.
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