Into The Night, publicado en 2008, y Diamonds, lanzado en 2010, fueron los dos primeros artefactos de Enforcer. Aquellos discos mostraron un puñado de buenos y pegadizos temas, pero tal vez carecieron de la consistencia necesaria para facturar un álbum redondo y presentaban la habitual duda de la continuidad sobre todo en este periodo revival con tanta competencia.
En Death By Fire, su tercer disco, primero con Nuclear Blast, Enforcer se marcaron un auténtico pelotazo y consiguieron llevar su sonido a otro nivel. Más cercano a Into The Night, un salvaje ataque aún algo inmaduro, que a Diamonds, álbum más adictivo, sobre todo por un ritmo más brutal, y el resultado es un excelente álbum de heavy speed metal en el que no hay material de relleno y si mucha intensidad y una gran mejora de la banda en todos los aspectos.
La producción, a cargo de la propia banda, busca el acercamiento a ese heavy metal de tradición sin dejar que se pierda su verdadera identidad. Una producción que ha huido de trucos y artificios y se ha centrado en lo verdaderamente importante, la música y quienes la interpretan.
Un auténtico álbum de metal tradicional con temas llenos de vertiginosos riffs, apoteósicos berridos de Olof Wilkstrand y excelentes armonías que mantienen la coherencia durante todo el álbum. Riffs simples y acerados, solos extravagantes y voces llenas de convicción recorren los nueve temas de un álbum, Death By Fire, completamente adictivo.
Los arreglos y la instrumentación son excelentes y la banda parece haber trabajado muy duro para conseguir llegar a esos niveles. Olof Wilkstrand se muestra imponente en las voces, lleno de fuerza y actitud, además de portar la segunda guitarra en Death By Fire, consiguiendo un fantástico acoplamiento con la guitarra del recolocado Joseph Tholl, en una excelente decisión que proporciona un sonido de aroma Iron Maiden en el que un frenético weaving y muchos solos dobles van a destrozar infinidad de cabezas.
La demoledora batería de Jonas Wilkstrand y el apasionado bajo de Tobias Lindqvist galopan de la mano soportando de manera acertada el peso de voces y riffs, verdaderos protagonistas de Death By Fire.
A la intro instrumental de piano, "Bells Of Hades" le sucede la explosiva "Death Rides The Night" y comienza el auténtico caos. Los gritos de Olof Wilkstrand y los rapidísimos riffs de Joseph Tholl y del propio Wilkstrand transportan a los inicios de bandas como Metallica o Motörhead, y se convierten ya desde el principio en algo absolutamente adictivo.
"Run For Your Life", con fabulosos solos y armonía, y "Mesmerized By Fire", más tranquila pero con un genial cambio de tempo en su mitad, de cierto olor a Mötley Crüe, mantienen el estilo del último álbum de Enforcer, pero presentan mejoras considerables como mayor melodía en los principales riffs y mejores solos y estructura de los temas.
"Take Me Out Of This Nightmare" tiene una brillante melodía de guitarra de inicio que se transforma en unos riffs muy sólidos, un solo limpísimo y un estribillo muy pegadizo que la convierten prácticamente en una joya, esta vez en un tono absolutamente hard rockero.
"Crystal Suite" es un fantástica instrumental en el que destaca la labor del combo rítmico formado por Tobias Lindqvist al bajo y Jonas Wilkstrand en la batería, y en el que las guitarras gemelas de Olof y Tholl devuelven a los tiempos en los que Iron Maiden se encontraban en la cima del heavy metal, al tiempo que la lenta intro de "Sacrificed" estalla en una explosión de velocidad plagada de riffs asombrosos y solos estupendos.
"Silent Hour/The Conjugation" es el corte más largo del álbum y presenta un excelente trabajo de guitarra de Olof Wilkstrand y Joseph Toll, con Lindqvist y Jonas Wilkstrand perfectamente acoplados para llegar a "Satan", el corte que termina "Death By Fire" con una melodía vertiginosamente rápida que recuerda al "Metal Militia" de Metallica.
Evidentemente, Enforcer no ha inventado nada, pero lo que hicieron en este disco lo hicieron muy bien. El caso de Death By Fire es una muestra certera de como recuperar sonidos que se creían extinguidos del mejor modo posible. Un álbum en el que no hay espacio para la relajación y el descanso, una gozada para los oídos que se formaron en los 80 y un absoluto descubrimiento para quienes quieran adentrarse en aquel terreno.
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