
Piltrafillas, Red Room es una producción de serie Z rodada en vídeo que no goza precisamente de una realización destacable o unas interpretaciones que valga la pena comentar. La acción se desarrolla entre cuatro paredes forradas de plástico, en una estancia alumbrada por una luz rojiza con una jaula en la que se llevan a cabo las diferentes pruebas y una mesa en la que se reparten las cartas. Tanto la iluminación como el detalle con el que el realizador nos muestra las pruebas –algunas bastante enfermizas- acercando la cámara en planos muy cortos y sin banda sonora alguna, solo los sonidos que emiten los protagonistas, hacen que Red Room sea agobiante en algunos momentos. Pero si os soy sincero, al final aburre. Además, la propuesta está disfrazada de estudio sociológico, como retrato de lo que personas aparentemente normales pueden llegar a hacer por dinero y eso a lo mejor era original en 1999, pero hoy en día ya hemos visto muchas películas con ese trasfondo e infinitamente mejores que esta. En fin amiguitos, lo inexplicable es que incluso se llegó a rodar una secuela, que como podéis suponer fue mucho más allá en lo degenerado de las pruebas. Como aspecto positivo os diré que dura poco más de una horita por lo que si tenéis 68 minutos para perder ya sabéis lo que os vais a encontrar. Para amantes irredentos de todo tipo de frikadas niponas.
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