Por aquí os traigo hoy un
giallo de 1972 dirigido por
Renato Polselli titulado
Delirium que nos cuenta en su argumento cómo el doctor Herbert Lyutak, un psiquiatra que ejerce de asesor de la policía, está ayudando a las autoridades en las pesquisas tras el demente que lleva un año asesinando a jóvenes mujeres, siete muertes en total con el mismo modus operandi pero sin ninguna pista que lleve al esclarecimiento de los crímenes. A lo largo de la historia seremos testigos de cómo el doctor Lyutak engaña a una chica en un bar con el pretexto de llevarla a un
nightclub donde la esperan unos amigos y tras intentar propasarse con ella la mata. También veremos como Marcia, su mujer –que pasa sola la mayor parte del tiempo-, descubre en el interior de un misterioso cofre los restos de una blusa ensangrentada. Por otra parte, seremos también testigos del asesinato de una joven justo cuando Lyutak se encontraba en comisaría. Resulta que Herbert es impotente y sufre de doble personalidad, por lo que sin poder satisfacer sexualmente a Marcia –quien sin embargo está locamente enamorada de su marido y arrastra una enorme dependencia emocional de este- y en permanente lucha con su lado sádico y psicópata, consigue desviar la atención de la policía hacia un cabeza de turco, un acosador de prostitutas al que tenderán una trampa. Sin embargo, cuando una de las chicas es asesinada casi al lado de donde se encuentra el operativo, una de las agentes descubre algo que identifica a Herbert como el asesino. Pero Herbert estaba junto a ella cuando se oyó el grito de la fallecida. Así pues, ¿quién está asesinando mujeres como si de el mismo doctor se tratase?
Piltrafillas, Delirium es una obra extraña. Aunque la acción se sitúa torpemente en Inglaterra –y digo eso por la cutre caracterización de los supuestos agentes uniformados y el poco cuidado por el detalle ya que los coches que aparecen tienen todos el volante a la izquierda-, como todo giallo italiano los crímenes, el erotismo –bizarra la relación entre Laurel, Joaquine y Marcia que se va intuyendo durante el metraje, pero que hasta los últimos segundos no queda patente sin resquicio de duda- y la fotografía de colores vivos son rasgos que caracterizan el resultado final. Sin embargo, esta vez no existe misterio alguno ya que somos conocedores de la naturaleza dual del protagonista desde el principio así como –aunque yo no os he comentado nada para intentar no desvelaros demasiado- de la identidad del segundo asesino. Por otra parte, todo es demasiado sobreactuado –Herbert y Marcia parecen sufrir en casi cada escena- y más centrado en la psicología de los personajes que en hacer atractivas desde un punto de vista sangriento las imágenes de asesinatos, bastante poco cruentas en general. Aún así, Delirium goza de cierta poesía visual que –al menos a mí me lo ha parecido- la hace del todo recomendable para los amantes del género.
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