Por Esteban Martínez (@EMartineC)
Si en los años 2000 fue el numetal, desde hace al menos una década viene imponiéndose el metalcore, o death en este caso. Son géneros que, en muchos, sobre todo en aquellos más puristas, provocan rechazo de entrada debido a la rabia azucarada que suele transmitir. Pero si bien entiendo dicha posición pues cuando una fórmula es exitosa sabemos que la industria suele producir mucha basura artificial con tal de ganar dinero, la invitación desde acá siempre es a abrir los sentidos y saber buscar, que este fenómeno no es nuevo, ocurrió también con el rocanrol en los sesenta, la psicodelia en los setenta, el glam + heavy metal en los años ochenta, el grunge en los noventa, y un largo etcétera. Siempre ha ocurrido..., pero hay que saber buscar.
Toda esa intro es importante para aplicarla a Whitechapel, una banda que ha recorrido un camino bastante interesante, propio también de las bandas que logran evolucionar desde el metal. Estos norteamericanos si bien comenzaron su carrera bastante ligados al death, basta pasar por álbumes como Somatic defilement (2007) o This is exile (2008) para verificarlo, lentamente fueron abriéndose hacia nuevos elementos, tanto desde lo instrumental como lo vocal. En ese camino, ya el homónimo de 2012 fue un disco que sacó a ratos el pie del acelerador, entregándose a momentos más melódicos y otros más exploratorios los cuales acabaron por explotarse en la pasada por Mark of the blade (2016) + The valley (2019). El caso es que, efectivamente, hoy Whitechapel suena muchísimo más diverso que en sus inicios, y quienes les han seguido podrán verificar dicha evolución.
En dicho sentido, Kin es un disco completamente emparentado con sus dos antecesores, particularmente The valley, donde parecen haber dado con una fórmula que les permitió observar el horizonte y decidir con tranquilidad hacia donde avanzar (vaya negligencia mía el no haber comentado ese disco acá en el blog, uno de los buenos de 2019 sin duda). Y si bien en un comienzo intuimos que los tiros esta vez volverán a ir por donde mismo, pues 'I will find you' + 'Lost boy' tienen de todo, momentos acústicos y de calma que intercalan con sendas explosiones agresivas, vocales guturales y otras limpias e incluso un solo melódico que rebalsa emocionalidad (algo que ya expresado en The valley), rápidamente el álbum se encargará de mostrarnos que las intenciones esta vez han estado en explorar mucho más allá. Particularmente en el tema de las baladas. Y es que Kin es algo mentiroso en la partida e incluso en su trámite (siendo ese su principal defecto), pues si bien nos entregarán oscuros medios tiempos como 'A bloodsoaked symphony' o 'The ones that made us', el eje del álbum estará puesto en aquellos momentos donde definitivamente abrirán el abanico mediante sensibles canciones que escapan a la norma y donde Phil Bozeman juega a placer con la dualidad de su registro vocal, hablo de 'Anticure', 'History is silent' o hacia el cierre 'Without us'.
El problema es que en ese camino Whitechapel dejan la sensación de constantemente querer ir y volver, intercalando todo el tiempo canciones violentas con otras lentas y melancólicas. Se les oye entonces muy inspirados y entregados en algo como 'Orphan', que es derechamente una balada, pero antes te metieron un relleno cargado de metal como 'To the wolves' que no tiene sentido en la continuidad y parece metido a la fuerza con el único objetivo de que no quedasen tantos temas lentos seguidos.
Finalmente el álbum acaba con 'Kin' (la canción), una bonita balada más que tras tres minutos acústicos se desata en un precioso solo, sembrando la incógnita: ¿debemos esperar un futuro disco de Whitechapel que definitivamente abandonará el metal? No serían los primeros ni los últimos en hacerlo. Como sea, Kin es un álbum que parece toparse con un callejón sin salida en aquel camino que se inició en 2016 con Mark of the blade. En lo suyo es un (muy) buen álbum pero inevitablemente queda a la sombra de The valley, que en su secuencia encajaba mejor la fórmula (y duraba diez minutos menos). Acá han querido soltarse con las baladas, y lo han hecho, sobre todo hacia el cierre del álbum, pero siempre tratando de anclarse al metal, a veces de manera forzada.
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