ZEPPELIN ROCK: MONSTER MAGNET - Powertrip (1998): CRÍTICA Review

miércoles, 9 de febrero de 2022

MONSTER MAGNET - Powertrip (1998): CRÍTICA Review

 

The Hunter


Lo cuenta Wyndorf. Encerrado mientras no llega la noche en la habitación de un hotel durante varias semanas. Objetivo:  componer una canción cada día. Lugar: Las Vegas. ¿Por qué arriesgarse a un mal viaje de ácido pudiendo obtener una experiencia igual de psicotrópica solo con coger el coche? Construida sobre la nada, un mojón en el desierto, la hipócritamente llamada "Ciudad de las Segundas Oportunidades" era el destino perfecto para someterse a -en palabras de Dave Wyndorf- "una sobredosis de americanismo". 



Tan atrayente como ridícula, vacua y alienante, de la inmersión en un paisaje de estas características tenía que salir una obra cruda, sucia y lasciva. Powertrip (1998) era la continuación de esa obra maestra bautizada con el acertado título de Dopes To Infinity (1995); aunque en este, el rock espacial heredero de Hawkwind y los largos desarrollos psicodélicos seguían siendo el principal combustible de los de New Jersey, para su nueva obra se destaparían con un sonido poderoso, un sonido más grande que la vida, el cual no es descabellado comparar con el del Sonic Temple de The Cult (paralelismo que la propia banda no esconde con la inclusión, en el interior del libreto, del icónico perfil de Billy Duffy que reinaba en la portada del mítico disco de los ingleses).



Desde el inicio con esa apabullante "Crop Circle", Wyndorf y los suyos se confirman como dignos herederos de la mejor música del pasado. Stooges, MC5 o los Grand Funk más primitivos, traídos a la vida de nuevo en un aquelarre de sexo, drogas y rock 'n' roll. Un descenso a los infiernos de la codicia y la lujuria ilustrado por un artwork y unos videoclips que se sumergían, con lúcido y paródico sentido del humor, en todos aquellos tópicos (consiguiendo que siempre haya pensado en Powertrip como una especie de obra conceptual). La poderosa base del tema homónimo, la lúbrica cadencia de "Space Lord", la energía de "Atomic Clock" o "Tractor" amenazando con derribar todo a su paso, los teclados de "See You In Hell" dibujando una sonrisa en el rostro a Ray Manzarek, "Baby Götterdämerung" y su sinuosa e inquietante atmósfera. Mil y un detalles para un disco como los de antes, la creación de un combo de intransferible personalidad, Monster Magnet, salido de la caótica y brillante mente de su carismático líder, un Dave Wyndorf que veía como esa zorra esquiva del éxito se sentaba por un instante en su regazo vestida de diablesa. Un disco de rock mayúsculo y con mayúsculas. El último clásico del género.

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