por Rockología (@RockologiaTwit)
Si hay algo que me gusta de este disco es lo que más disgustó en su momento a los fans de la banda, esto es, las melosas melodías, las letras simplistas sobre el amor, la muerte y el paso del tiempo, los sobrecargados arreglos con mezcla de guitarras, teclados y programaciones, los riffs de guitarra poperos, los manchones jazzeros del saxo y el clarinete, la batería que rellena con elegancia los huecos. Todo ello cosido bajo la producción, para bien y para mal, de Glen Ballard (Alanis Morrisette, No Doubt, Brian Setzer Orchestra, Aerosmith y alguna reinona del pop); crea un muro con cierto aire soft-AOR, aunque se le va un poco la mano con las programaciones y “la modernidad” de época. Sin embargo, creo que el álbum funciona porque Dave Matthews canta muy bien, con buena técnica, un gran fraseo, un sentido melódico particular.
Si no lo has escuchado nunca, sigue estos pequeños consejos.
Comienza pinchando The space between, el tercer corte del álbum, para mi gusto el tema especial. Una balada de brillante estribillo, una letra conseguida y un buen equilibrio entre el pop de cinco estrellas y un crescendo emotivo. Un arpegio de guitarra sencillo, un piano adornando el estribillo, un buen cambio de tono a mitad de la canción y funciona. Seguiría con otro grupo de buenos temas: So right, Dreams of our fathers, I did it y Everyday. So right es un tema roquero con un adorno de saxo bien conseguido y un puente/estribillo donde Dave se deshace por su amada. En Dreams of our father nos narra Matthews su decepción al crecer y encontrarse con el amargor de no haber cumplido el sueño de sus padres. Tiene un tono que me recuerda a Eddie Vedder en el estribillo y en la parte central, que contrasta con el ritmo cortado de las estrofas. I did it99908_w_560x720 abre el álbum con crudeza y decisión, quizá el corte de espíritu más roquero de todos, un ritmo upbeat y mucha energía con un estribillo tan sencillo como debe ser un single de radiofórmula; carta de presentación y primer sencillo. Everyday cierra el álbum y también salió editado como single, con un rollo soul rítmico y protagonismo de las guitarras acústicas y la percusión.
Si aún quieres más, prueba con esta terna de igual nivel pero con un toque distinto: Mother father, Angel y If I had it all. Con un aire latino nada forzado, Mother father (una de las mejores letras de Everyday), además del ritmo (el mejor bajo) tiene como aliciente una melodía arrastrada por diferentes ambientes en grupos de cuatro versos que repiten estructura hasta dos pequeñas rupturas que funcionan como contrapuntos, original y conseguido. El solo de guitarra, por cierto, lo toca Carlos Santana y, en realidad, es el único solo de guitarra decente. Angel es una deliciosa balada con los instrumentos de viento como protagonistas y la delicada interpretación de Dave como joyita. La letra es un poco moña pero el conjunto está muy logrado, en especial la parte central y el estribillo. If I had it all suena al principio a tonada de ascensor pero se enriquece en el primer estribillo, luego mantiene un tono más creativo, el saxo sonando con buen gusto, y acaba con un toque rabioso.
Y si ya has llegado hasta aquí, repasa los, para mi gusto, más flojos del álbum, quizá por lo repetido de las estructuras o porque, simplemente, todas las canciones tienen un áurea demasiado parecida y estas se me atascan: When the word ends, What you are, Fool to think y Sleep to dream her. When the word ends me recuerda inevitablemente a lo que Ballard grabó con Morrisette, lo cual no sería malo si el tema no pareciera forzado y un poco fuera de lugar, aunque la agresividad del final rescata la canción. El rollo de What you are me gusta aunque suena demasiado ambiciosa y se queda a medias, sin rematar. En Fool to think la mezcla jazz-latin no acaba de gustarme, aunque la percusión sea excelente (la voz de Matthews me recuerda a David Gilmour, por cierto). Sleep to dream her carece de punch, una balada bien conseguida en la estructura, pero demasiado evidente, sin sorpresas ni nada especial.
El álbum se editó en febrero del 2001 y alcanzó rápidamente el millón de copias vendidas en Estados Unidos. Hoy en día ha recibido dos platinos y se acerca a los tres millones. Nunca el número de discos vendidos va en relación con la calidad del producto, desde luego. Las canciones vienen firmadas por David J. Matthews (quién será) y Glen Ballard. La banda que grabó el álbum estaba formada por Carter Beauford en la percusión (congas, batería, bongos), Stefan Lessard al bajo electrónico, Boyd Tinsley al violin, LeRoi Moore a la flauta, el clarinete y el saxo. Dave Matthews se encarga de las guitarras y la voz principal y Glen Ballard de los teclados y las programaciones.
Un álbum de escucha pausada, relajado, lleno de matices, que merece la pena rescatar de vez en cuando en buena compañía.
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