por Möbius el Crononauta
del blog La cinta de Moebius
Cuando Richard Tuggle, guionista sin experiencia alguna como director, le ofreció su guión a la Malpaso a cambio de que Richard pudiera dirigir, Clint Eastwood vio en su historia la oportunidad de desmarcarse del personaje que le había convertido en una estrella, el Inspector Callahan. Su nuevo personaje, Wes Block, era también policía, pero un tipo de policía muy distinto, el vehículo perfecto para los propósitos de Eastwood.
En la cuerda floja tiene, en principio, los elementos que podrían conformar cualquier película del sucio Harry: un psicópata anda suelto, y el Inspector Block está al cargo del caso. Pero esto no es San Francisco sino la mágica Nueva Orleans, donde todo es posible, y Block no se toma la justicia por su mano. A lo largo de la película Eastwood apenas desenfunda su revólver reglamentario, marcando de nuevo otra diferencia más con el indómito Callahan. Teniendo a Eastwood en frente es imposible no ver algún destello del viejo Inspector de la Magnum (por ejemplo, en su actitud inicial hacia la feminista Beryl), aunque éste se disipe rápidamente cuando Block colabore con Beryl dándole información sobre el caso como haría cualquier policía, e incluso iniciando una relación con ella.
Block no es el gran tipo duro cuyo únicos amores son la justicia y el whisky: tras afrontar el divorcio, el personaje de Eastwood tiene que conciliar su trabajo con la educación de sus dos hijas (una de ellas interpretadas por Alison Eastwood), y su relación con su ex-mujer es mucho más humana y está mucho más presente que la de Callahan con su antigua esposa. Block sólo cae borracho cuando su ex-mujer decide volver a casarse.
Aparte de todas estas diferencias, lo que más atrajo a Eastwood del guión es la progresiva identificación de Block con el asesino de prostitutas. Conforme avanza su investigación Block disfruta cada vez más con el sórdido mundo de los bajos fondos de Nueva Orleans, yendo más allá de lo estrictamente policial para fundirse en la oscuridad del placer rápido, el sadomasoquismo y otras parafilias.
En la cuerda floja trata, al fin y al cabo, de la vieja dualidad freudiana del bien y el mal, dos caras de la misma moneda que se entretocan cruzando una línea muy fina. Block y su asesino cohabitan en esa antigua moneda, y conforme avanza el film queda patente que quizás haga falta sólo una pequeña chispa para que alguien como Block de rienda suelta a una vorágine de frustración y demonios personales.
En la cuerda floja, aunque no se aleja de los tópicos del género, es un film con una dirección potente (que muchos atribuyen más a Eastwood y su equipo de habituales que a Tuggle) y una trama que, aunque ha sido revisitada en muchas ocasiones antes y sobretodo después de este film, no deja de estar rodada con acierto, haciendo de la película en su conjunto una cinta mejor, y más completa, que la mayor parte de secuelas de la saga de Harry. Pero, por supuesto, una no elimina a las demás. El personaje de Block aporta una visión distinta del héroe policial a la que aporta Callahan, pero ambas son perfectamente combinables.
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