por Rockología (@RockologiaTwit)
Anoche volví de concierto con una sensación extraña. Y conocida, y algo sucia. Da igual el músico (famosísimo y extranjerísimo). Da igual el lugar (grande). Da igual la fecha. He tenido la misma sensación que mi madre de setenta y dos años la última vez que fue a urgencias. Me dijo: esto está lleno de viejos. Durante la tercera canción, con las luces a medio gas, yo miro a mi alrededor y sois todos unos viejos. Hay calvas. Y barbas canas. Y barrigas bien trabajadas a lo largo de las décadas. Y culos caídos. Sí, algunos aún no sois tan viejos y vais con vuestros hijos de pocos años; qué esperabais si a la tercera canción se aburren y quieren otra cosa. Y algunos parecéis muy modernos, con esas chupas brillantes y esos móviles superchulos dando por saco mientras grabáis el concierto (para qué). Y las pocas personas jóvenes ni se saben las canciones.
Por todo esto siento esa sensación de vejez. Porque pasan mis años y siguen arrastrándose las mismas momias. Porque el mercado, ese ente ambiguo, ha decidido que interesa llevar a festivales mil a los mismos dioses, sin importar su estado o su estilo. Porque nos invitan a aceptar lo conocido, a tener miedo a renegar un rato de las glorias pasadas y bajar del pedestal sus vidas. Porque lo nuevo y lo fresco se pierde entre tanto polvo y reverenciamos la polilla y la naftalina y sangramos como parturientas por un biopic de una estrella muerta.
No es porque no me gusten las viejas glorias: es porque me obligan a adorar a las viejas glorias.
Dicen que no hay más: pero agotamos las esperanzas jóvenes que surgen y les negamos el tiempo y el dinero para volar y creerse un nuevo mito: hemos borrado los espacios donde crear un antídoto a esta postmodernidad absurda, inhumana, tiesa, donde vales menos que un Uber o un Wallapop.
El rock no está muerto: el rock está vetusto.
Porque queremos.
Y cuando se mueran todos nuestros ídolos y nosotros seamos parte de ese universo gagá y llevemos pañales de nuestros ídolos y de verdad encarguemos el ataúd más heavy que haya, entonces volverá a resurgir la estrella del puto rocanrol a comérselo todo.
Ojalá aún tenga la sesera y la polla para poder disfrutarlo.
¡¡¡Ole, ole y ole!!! Ostia como me ha gustado este escrito: llevo años pensando lo mismo y tratando de escribir lo que tú has escrito sin lograr darle la forma que le has dado tú. No puedo estar más de acuerdo. Si hubiera emoticonos te pondría una salva de aplausos.
ResponderEliminarSalute You!!!
Tuvo su respuesta por aquí, por si te interesa ;) http://www.zeppelinrockon.com/2019/04/el-rock-esta-muerto-pero-nos-hemos.html
EliminarPero que geniales sois todos los que hacéis posible esta Web. Felicidades!!!
ResponderEliminarÁngel, me gustaría reproducir este texto en mi blog (rocktelegram.com), dándote el crédito de su autoría por supuesto, si me lo permites...
ResponderEliminarHola. Disculpa, Alex, mi respuesta tardía. No había leído los comentarios y el jefe Ángel no tiene costumbre de avisar de los certificados ;P. Si aún tienes interés y no lo has hecho estás perfectamente autorizado a publicarlo. Por cierto, tienes un blog cojonudo. Un saludo.
EliminarPues habla con el autor, Manu, de Rockología. Eso sí, enlázalo bien a Zeppelin Rock. ¿ok?
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