ZEPPELIN ROCK: Los dólmenes de Menga, Viera y El Romeral de Antequera: Mis impresiones y fotografías

viernes, 6 de julio de 2018

Los dólmenes de Menga, Viera y El Romeral de Antequera: Mis impresiones y fotografías

Interior del dolmen de Menga

Quisiera insistir en que nuestro viaje por Málaga estaba centrado en unos pocos puntos de interés: el Caminito del Rey, Ronda y su puente monumental y los dólmenes de Antequera. La mayoría cumplieron con nuestras expectativas. Pero hubo más: Nos salieron al paso otros espacios y monumentos que no habíamos contemplado previamente en tales visitas y que nos sorprendieron gratamente. No es el caso de estos dólmenes milenarios, como digo. Sabíamos que nos iban a encantar, pero no hasta el punto en que nos sorprendieron, sobre todo el de Menga, cuya visita se hace imprescindible, te guste la arqueología, la historia, el arte... o no. Sobrecoge desde el primer momento. Megarrecomendado. O Mengarrecomendado. Visitar Antequera sin acercarse a ver sus dólmenes es como beberse un gintónic sin ginebra. Tal cual.


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Entradas anteriores:



Con la visita descrita en la publicación anterior (la número 7) despedíamos la excursión antes de regresar a tierras manchegas. Esta que hoy os comento -y de la quiero dejaros unas imágenes capturadas por mi Nikon- fue una visita que hicimos por la mañana. Como el hotel lo teníamos muy cerca del dolmen (más bien un tholos) llamado de El Romeral, fue este el primero que visitamos.

La entrada es gratuita. Cuando llegamos, estaba desierto de turistas, pues lo habitual es visitar primero los otros dos dólmenes antequeranos y, posteriormente, desplazarse uno a este. Esto permitió que lo contemplásemos despaciosamente, sin prisa y admirando casi milimétricamente su disposición y características. Y sin gente, que ya es un lujo en estos tiempos.

Había pensado poneros aquí la historia y peculiaridades de cada uno de estos dólmenes, pero es información que uno puede encontrar en la Red por doquier de modo que tampoco quisiera apabullar con datos que, a fuer de redundantes, se conviertan en una cansinez prescindible. Así que remito a las páginas especializadas que se dedican a explicar pormenorizadamente cada uno de estos singulares y espectaculares dólmenes.

Tholos de El Romeral

Como el resto de los dólmenes de Antequera, este tholos del Romeral se caracteriza por un pasillo que conduce a una cámara. Todos se hallan bajo un montículo semejante de tierra, lo que ha permitido su fenomenal conservación. La imágenes que os dejo a continuación intentan dar cuenta de lo que uno se va a encontrar desde que encara la entrada al interior del dolmen hasta que termina su recorrido al final del mismo.

No os perdáis detalle. Fijaos en las enormes piedras que sirven de techumbre de ese pasillo. Como singularidad de este tholos, la factura de la cámara interior está fabricada piedra sobre piedra hasta casi cerrarse la cúpula. Sobre ella se colocó una inmensa piedra como podrá observarse. Recuerda este tipo de construcción a los chozos manchegos típicos. Tras esa cámara mayor se encuentra la entrada a otra estancia más pequeña a la que no se puede acceder, pero sí ver a través de una reja.

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Entrada al tholos.




Dos que andaban por allí.


Pasillo que conduce a la cámara principal.



Monumental entrada a la cámara principal con arco adintelado.


Interior de la cámara, de factura circular (paredes).


Cúpula de la cámara principal.


La entrada al tholos desde el interior de la cámara principal.


Segunda cámara (se ve a través de ese vano de la pared de la cámara principal).



Piedra conmemorativa.


Montículo bajo el que se encuentra el tholos de El Romeral.


Dolmen de Viera

Después de visitar del tholos de El Romeral, nos desplazamos hacia Antequera, a unos 3 o 4 kilómetros. Aparcamos en la entrada y nos adentramos en el complejo que acoge estos dos dólmenes: el de Viera y el de Menga. Se encuentran ambos muy juntos. Uno puede ver antes una especie de pequeño documental histórico sobre estos dólmenes cuya proyección le introduce de lleno en el época en que fueron levantados, en su factura, en el complejo mundo al que culturalmente pertenecieron en origen. En fin, algo divulgativo para el gran público, pero fundamental si llegas aquí sin una información previa.

Difícil fue aquí encontrar un hueco para poder tomar buenas fotos de estos dólmenes, pues ya el turismo se apelotonaba a sus puertas. Las visitas llegan en masa en autobuses y no es difícil encontrar guías pelmas que intentan dar explicaciones siempre muy graciosas a la par que peregrinas para que las visitas se sientan cómodas. Ya supondréis que los comentarios del turista también marchan a la par de esas explicaciones, todo de un humor muy hispánico (y, en fin, comprensible). Es el caso que especialmente en este de Viera, que tan solo consta de un pasillo, fue complicado encontrar el momento en el que tomar fotos en las que no salieran humanos. Aunque, como me dijo un amiguete portugués circunstancial (y muy simpático), que tenía las mismas intenciones que uno, "hay que saber esperar y encontrar el momento, que siempre llega". Y sí, esperamos lo que hizo falta hasta que llegase ese momento sin gente para poder conseguir buenas imágenes. Uno diría, al verlas, que estábamos solos.

Paso a paso os las dejo. No paséis de observar los detalles y esos megalitos que constituyen el túnel que dirige hacia una pequeña cámara.

Puerta de entrada al dolmen de Viera.






Tanto en techo como en laterales las piedras son enormes y pesan varias decenas de toneladas.


La pequeña cámara (funeraria) al final del túnel se deja ver a través de esa ventana.


Esperando no sé qué.







El dolmen de Menga

Y por fin, la joya de la corona, quizá del viaje. Amigos, el dolmen de Menga es una auténtica maravilla. Verlo en directo, encontrarse en su interior, rendirse a su magnitud, a su encanto, constituye un gozo de difícil explicación. Todo son preguntas. Y de difícil respuesta. Las sensaciones que uno experimenta andan acorde con la magnificencia del espacio, de las piedras con que fue construido. ¡Cuánto pagaría uno por ver ese momento! ¡El proceso completo de su construcción! ¿Qué llevaría a levantar un monumento de esta envergadura? ¿Qué pensamientos, creencias, motivaciones... rodeaban esta fabricación por unos hombres "sin medios técnicos" avanzados? ¿Cómo trasladarían esas piedras que pesan toneladas y toneladas (más de 200 la más grande y unas 180 la mayoría de ellas)? ¿Qué empujaría a realizar tamaño esfuerzo? ¿Una tumba? ¿No tendría, además, una utilidad defensiva? (perdón).

Entrada al dolmen de Menga.




Su interior es espectacular: la inmensidad de los bloques del piedra que lo conforman, los pilares, todo.




Al fondo de la cámara sepulcral, se halló no hace mucho este profundo y enigmático pozo excavado en la roca que hoy en día podemos contemplar a través de esa reja.







Increíble y acojonante.








Uno, que andaba por allí.


El dolmen de Menga está encarado misteriosamente hacia la Peña de los Enamorados.



La última foto que tomé en Antequera, por la mañana, antes de regresar al Lugar.
La Peña de los Enamorados despierta una atracción casi mágica.


COSITAS

Espero que la mayoría no seáis como yo (aunque lo dudo). Sí, amiguitos, soy de los que no solo me traigo de los viajes una experiencia, recuerdos y muchas fotos. También soy de los que va recogiendo cositas. Me refiero a folletos, mapas, entradas, tarjetas, facturas... Y todo lo voy guardando, posteriormente, en carpetas. ¿Para qué? Para nada, ya os lo digo. Es un afán por amontonar cosas inútiles que tengo desde niño: siempre fui algo Diógenes. Mi madre de pequeños me iba tirando todo "cuando tocaba". Y a la basura que fueron mis colecciones de cromos, de paquetes de tabaco, de cajas de cerillas, de pósters... Todo eso que ahora echo tanto de menos no conservarlo. Por eso lo guardo (casi) todo: porque me conozco. El problema es el espacio, ya sabréis. Pero siempre lo hay para una carpeteja más. Carpetas que, ¡oh, amigos!, pocas veces he vuelto a abrir. Las miro ahora mismo de reojo: una de cada viajecete. En fin, no sé ni cómo esta santa que anda por aquí me aguanta.

He escaneado algunas cosillas y por aquí que os las dejo como curiosidad.

Incluía la dichosa bajada a la mina (en Ronda)

Tarjeta del Lechuguita.

Una de las facturas del Lechuguita.


Entrada a Los Dólmenes.


Folleto sobre los Dólmenes (muy completo en cuanto a información, por cierto)


Entrada a la iglesia del Carmen en Antequera.


Menú del restaurante italiano I Romani.


Entrada al museo de la Ciudad de Antequera.


Folleto del museo.

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