por Möbius el Crononauta
del blog La cinta de Moebius
Pues Regreso al planeta de los simios cosechó un gran éxito entre el público, y las películas fantásticas y de ciencia ficción estaban de moda, los productores de la exitosa saga continuaron adelante decididos a exprimir a los simios todo lo que pudieran hasta que el público se muriera de hastío, como suele pasar en Hollywood. Poco importaba que el planeta Tierra hubiera volado por los aires; para la tercera entrega los guionistas se sacaron de la manga un viaje en el tiempo para seguir atrayendo a los simiomaníacos a los cines. Una cosa es cierta: no sé si el universo tiene fecha de caducidad o no, pero si algún día todo desaparece seguro que habrá un guionista que encuentre algún subterfugio con el que hacernos volver.
Para Huida del planeta de los simios el guionista decidió tomar la premisa de la primera entrega y darle la vuelta: esta vez serían unos simios inteligentes quienes viajarían en el tiempo para llegar a la Tierra tal y como la conocemos: con humanos que hablan y monos que hacen monadas. Así se repetía la fórmula, pero al mismo tiempo parecía algo nuevo.
En esta ocasión no habría sitio para un doctor Zaius ni para un general Ursus, ni para el gran Taylor. Repetiría Kim Hunter como la doctora Zira, y reaparecía Roddy McDowall como su marido Cornelio. El tercer simio en cuestión sería un genio simio llamado doctor Milo que fue interpretado por todo un Sal Mineo. La historia consistía en que de algún modo el doctor Milo había logrado reparar y hacer funcionar la nave de Taylor, con lo que los tres simios fueron capaces de abandonar el planeta Tierra antes de que volara por los aires y volver de algún modo al pasado. Así pues la estrella Betelgeuse no solo servía para ir al futuro sino también para ir al pasado.
Una vez más, la nave acaba en el agua (es regla de oro de la saga que las naves nunca aterricen así como si tal cosa), mientras algunos helicópteros acuden al lugar. Los simios esperaban tal vez encontrar vida inteligente en la Tierra humana, pero por desgracia para ellos en su primer encuentro no tienen suerte, y topan con los militares, quienes los encierran y les dan naranjas.
Como a Sal Mineo eso del maquillaje a la postre no le pareció tan buena idea, acabaron con su personaje a las primeras de cambio, siendo estrangulado por un furioso gorila compañero de celda. Cosa que también es mala suerte; por lo que dicen del doctor Milo, es como si Stephen Hawkins viajara en el tiempo y acabara siendo estrangulado por algún homínido tarugo.
Zira y Cornelio llegarán a entenderse bien durante su encierro con los psiquiatras veterinarios que les hacen pruebas. Una vez se hace pública la noticia los simios caen bien a todo el mundo, dando lugar a simpáticas escenas con los simios visitando museos y ciudades. Sin embargo un científico fanático que parece uno de los hermanos Gallagher considera a los simios como una amenaza, y sin escrúpulo alguno emborracha a Zira (que está embarazada) con champán para que suelte la lengua, y así se entera del aciago futuro que le espera a la humanidad.
El científico alerta a un cauto presidente, que vista su poca voluntad de enviar a los simios al matadero se colige que es demócrata, lo que acaba llevando a que se considere a los pobres Zira y Cornelio y su futuro hijo como una amenaza para la humanidad. Con la ayuda del simpático psiquiatra y el dueño de un circo interpretado por el galán de tercera división Ricardo Montalban, los simios escapan de las autoridades. Pero el científico loco no cejará en su empeño de acabar con Cornelio y Zira, quien en su huida da a luz al bebé. Si a la huida a la carrera le sumamos que el bebé finalmente se salva flotando en las aguas, pues tenemos aquí unas referencias bíblicas que ya nos hablan de un Mesías chimpancé. Claro que este detalle se queda en nada si lo comparamos con lo que vendría después.
Huida del planeta de los simios es una simpática tercera entrega en la que podemos ver como los simios inteligentes corretean por nuestro entorno. Dudo que decepcione a ningún fan de la saga y de los simios habladores.
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