por Addison de Witt (@Addisondewitt70)
del blog Rock and More By Addison de Witt
El regreso de The Libertines causa en mí una extraña sensación, mitad emoción y mitad pánico, son varios los motivos para ambos estados, emoción porque la banda que comandan Pete Doherty y Carl Barat facturó hace más de una década dos de los Lps mas fascinantes del primer decenio del nuevo siglo en las islas británicas, y pánico por lo habitual que viene siendo el desencanto en este tipo de reuniones tras varios años de silencio, no siempre los discos son lo esperado ni el estado de forma de los miembros del grupo es el deseado, llegando a producirse casos dramáticos de arrejuntamientos puramente económicos. Si a esto le unimos los célebres episodios a los que la formación nos tiene acostumbrados a propósito de asuntos legales, adicciones y rehabilitaciones etc...pues todos estaremos de acuerdo en que cualquier cosa era posible.
Encima el día elegido para la presentación de este "Anthems for Doomed Youth" tuvo que ser pospuesto una semana por asuntos de agenda según el grupo, cuando la fecha llegó, y el concierto de presentación debía celebrarse, éste se suspendió debido a un problema de salud de Pete, esta suspensión se hizo demasiado tarde, tan tarde como casi una hora después del horario previsto para el comienzo del bolo, casi nada...Posteriormente la formación aclaró que todo estaba bien, que Pete esta OK y que ha sido un problema privado...veremos.
Pero finalmente el disco está en la calle, el sábado lo desprecinté y dediqué la mañana a escucharlo, con nervios de adolescente y emoción contenida fui repasando una a una las 12 canciones que lo forman.
En el disco se aprecia que los textos viajan del pasado al presente, tan pronto nos sitúan en el glorioso pasado de la banda y sus problemas con las drogas y la fauna que rodea a ese mundillo, que se nos plantan en la actualidad, en su realidad de padres de familia rehabilitados, hay no obstante alguna letra francamente cruda con cortantes frases.
El sonido se muestra menos acerado que en sus míticos discos de principios de siglo, mas actual y con un brillo mas nítido y menos mate, pero no supone un retroceso en cuanto a intención sónica, tal vez cierta madurez que muchos tildarán de viraje al pop, aún siendo así no me parece que sea una traición sino una leve amortiguación, no obstante sus letras mantienen la osadía y carácter de antaño.
No voy a establecer comparaciones con otros trabajos porque cada vez me siento menos tentado a hacerlo y no se si es justo, pero en este disco me he sentido enganchado desde la primera escucha por algunos temas que me han gustado mucho como: "Iceman", fascinante balada de tono acústico y texto a propósito de la convivencia con los camellos, el espíritu de los jóvenes libertinos se encuentra en la excitante: "Heart of the matter" con esas guitarras tan Johnny Marr, un tema excitante.
Se cierra el Lp con un emotivo y sobrecogedor tema: "Dead for love", homenaje a Alan Wass, un amigo de Dohery recientemente fallecido, que da sombrío y lúgubre carpetazo al trabajo.
Antes han desfilado temas como el single de presentación: "Dunga Din", atractivo corte con esencias reggae y ska y texto arrebatado y crudo. "Fame and fortune" es un tema de melodía con gancho y sonido inspirado en la música circense rusa.
Los temas discurren sin obstáculos, llegan y lo hacen sin causa aparente para mostrarles reticencias, divertidos algunos como: "Barbarians", la popera de tono sixtie: "Belly of the beast" o la ecléctica: "Glasgow coma scale blues".
También hay temas sosegados como el que da título al álbum, en "You're my Waterloo" repasan todas las estaciones de tren de las islas a través de un piano que conduce un bonita melodía y "The milkman's horse" es un precioso tema de arrebatador estribillo y letra cotidiana.
Los arrebatos más punkarras llegan con: "Fury of Chonburi" poderosa y lasciva.
Confieso que estoy contento, tenía miedito y el disco me gusta, lo digo de corazón, cierto que quería que me gustase, quería disfrutar con él, pues es lo que siempre me ha dado esta banda, disfrute limpio y sin detenerme en pretensiones artísticas ni en sesudas disecciones. Insisto en que no quiero hacer comparaciones, simplemente se trata de un estupendo disco de The Libertines, esperemos que su estado de salud y la relación entre Pete y Carl sea buena y lo paseen con éxito por los escenarios el próximo 2016, les estaré esperando.
Addison de Witt
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