ZEPPELIN ROCK: LOS ZIGARROS - A todo que sí (2016): CRÍTICA Review

sábado, 12 de junio de 2021

LOS ZIGARROS - A todo que sí (2016): CRÍTICA Review

 


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia

Reflexiono. ¿Qué hay más importante en el rocanrol que ser feliz escuchándolo? ¿Bailando? ¿Saltando? ¿Follando al ritmo de tu canción favorita? La música de Los Zigarros me lleva directamente a ese estado emocional, al de querer ser feliz moviendo cada parte de mi cuerpo. Y no es fácil, que soy un tipo con muchas horas de rock. Es un mérito, máximo, cuando hablamos de un álbum de sonido perfecto, bien ensamblado y lleno de referencias (que no refritos) a clásicos que adoro: Status Quo, The Faces, Los Rodríguez, The Ramones, Burning y hasta los AC/DC primigenios. La producción de Carlos Raya les ha sentado muy bien, aunque a veces le arrime a alguna banda conocida por aquí. 




En la interpretación, Ovidio Tormo a la voz y la guitarra, labor que comparte con Álvaro Tormo, el hacha principal. Junto a la pareja, la batería de Adrián Ribes y el bajo de Nacho Tamarit. Buena gente, seguro, con una buena colección de vinilos, seguro. 

Hay un grupo de canciones que elogian la vida de desenfreno sexual. A todo que sí, la inicial, viene con un riff vacilón, marcado, una entrada in crescendo, un tono malote, un pequeño abuso de testosterona (“gastarme todo mi dinero en un vestido y arrancártelo esta noche al salir”) y un estribillo repetitivo. De lo mejor, Dentro de la ley, la historia de uniformes, buenos, malos, sexo delincuente y “no te lo tomes a broma cuando tu chica tiene una porra de goma”; qué boogie macarra, qué guitarreo, qué ritmazo, qué piano guapo. Y, cómo no, “muérdeme, justo aquí, vamos a hacerlo” Contra la pared, rompedor rock de sexo prohibido y wah-wah por detrás. En Qué demonios hago yo aquí la rockstar se queda con las ganas de probar la fruta prohibida, “si yo quiero estar junto a ti”, quizá donde más me recuerdan el rollo Raya, pero, qué leches, ese ritmo… Y la más Stone (o Burning, lo que quieras), de título Tenías que haberla visto bailar, la “reina de las espinas” que siempre “está lista para hacerme temblar”, cómo no caer a esos encantos. Creo que Richards y Jagger la firmarían.




La fiesta y la vida rocanrol, para bien y para mal, se cuela sin reservas en Baila conmigo, otro genial remedo de rock sencillo (que no simple) con un tufo a “vieja guardia” que alucina, sobre todo el modo en que las guitarras se acoplan. Buen rock clásico, con ritmo sincopado y un riff desértico para confesar lo mal que se pasa de Resaca (“anoche era un tigre y hoy soy un ratón”)… hasta que vuelven a llamarte para volver a salir (“digo que sí, no se si es lo mejor para mí”). La eterna historia de amor a nuestro rollo con un aire Green Day en una fiesta sureña en Suena rock & roll, molón, descoyuntante interpretación. 

¿Y qué nos queda? Un cambio de tono para Ya me olvidé de ti, con recuerdo crooner, “te digo nunca más, ya está, ya me olvidé de ti”, aunque nunca es verdad… delicada, atmosférica incluso. En Tenía que probar bajan al infierno para arrepentirse: pero había que hacerlo. Buena construcción y, según cómo lo interpretes, puedes encontrar una canción de drogas o una canción de reflexión vital. A mí me gusta la primera lectura. Y qué decir de una jodida maravilla como Odiar me gusta. 

Apenas supera los cuarenta minutos, pero, qué necesitas para bailar, follar, chillar y ser feliz con una obra de auténtico rock visceral bien elaborado. Parece sencillo, pero solo lo han logrado Los Zigarros.

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