por Rockología (@RockologiaTwit)
Se rodeó Gary Moore de amigos con la intención de crear una de sus mejores grabaciones. En primer lugar, el gran Philip Lynnot (Thin Lizzy) pone su voz en dos de los mejores temas y le presta una composición (Military man). Glenn Hughes también se presta como cantante y bajista en otras tres canciones. Bob Daisley, Neil Carter y Don Airey se acercaron a colaborar.
Otra curiosidad de esta obra la encontramos en la participación de varios productores: Andy Johns, Peter Collins, Beau Hill, el propio Gary y Mike Stone, quien se encarga de dar cierta homogeneidad a la obra al encargarse de la mezcla de todos los cortes.
El álbum empieza dando caña con Run for cover, un hit roquero con un esquema simple pero efectivo, un ritmo y un trabajo de guitarra con un riff pegadizo. Gary canta dejándose el alma; estribillo coreable y un primer solo rápido. Buena manera de empezar este álbum.
Un tufazo a blues del bueno tiene la guitarra de Reach for the sky, el primer tema cantado por Glenn Hughes, lo mejor del tema. El aire un poco retro se compensa con la producción, muy de la época, de Andy Johns. La guitarra destaca de nuevo sobre todo en la parte solista.
Military man está compuesta por Phil Lynott, quien mete voz y bajo, por lo que suena a Thin Lizzy de principio a fin. Gary se sale en un tema duro, de temática antimilitar con un buen acompañamiento de teclados. Voz desgarrada y una parte central deliciosa. ¿Hubiera sido un acierto contar con Lynott a lo largo de todo el álbum? Quién sabe. Este tema inspiró la vestimenta militar de la portada y de la posterior gira de presentación. El pelotazo del álbum, una de las mejores de Moore, vuelve a contar con la colaboración de Linnot y se titula Out in the fields. Historia sobre los problemas religiosos de su Irlanda natal y cómo la guerra callejera seguía viva. El riff del tema y el estribillo se te pegan y no puedes parar de mover los pies (o la cabeza o las manos). Hay que joderse qué bueno fue durante muchos años. Se publicó como single.
Otra de las grandes, Empty rooms dándole un aire más radiable (para la época), con una buena cama de teclados, una batería programada y Gary deleitándonos con una de las melodías más deliciosas que ha compuesto nunca. Gary solía hacer versiones extendidas de este tema dejándose llevar por la magia del momento.
Después de tanta gloria, Glenn vuelve en Nothing to lose a demostrar su maestría. La melodía y el ritmo de la canción junto con el estribillo dejan al tema en buen lugar, pero sin duda no está a la altura de los anteriores.
Tanto Once in a lifetime como Listen to your heartbeat son dos buenos temas producidas por Mike Stone aunque un poco pasteleras, muy de los ochenta, vaya. Los teclados destacan sobre el conjunto y no han aguantado el paso del tiempo tan bien como el resto. Sin embargo, en Once in a lifetime Gary canta mejor que en cualquier otro tema del disco, con una melodía que se adapta a su estilo como un guante.
El último pelotazo lo canta Glenn Hughes y despide esta crítica (más bien homenaje) de uno de los grandes guitarristas del rock de los ochenta. All messed up te pone en pie con su rítmica estructura y Glenn de nuevo soberbio, mostrando su lado más funk.
No hay comentarios:
Publicar un comentario