Alguien podrá pensar que el cine mudo, silente, no nos dejó grandes películas de terror. Sí lo hizo. Y, más que nada, creó la escenografía, los tics, el estilo, la ambientación, la médula espinal de todas las películas que vinieron después. El silencio necesitó de las sombras, de la crudeza incisiva de las imágenes para crear en el espectador ese sentimiento de asfixia, de miedo, de angustia... de terror. El gore llegaría más tarde.
Quizá el mejor ejemplo de este cine (expresionista, gótico) fue Nosferatu, la peli de Murnau de 1922, una primera adaptación del Drácula de Bram Stoker. Muchos de sus fotogramas son auténticos cuadros y, por descontado, como imágenes clásicas quedaron grabadas en la historia del séptimo arte.
Como homenaje a esta peli, Pamela Hutchinson se lanza a la confección de esta selecta lista con lo mejor del cine mudo de terror. ¿Un consejo? No os perdáis La carreta fantástica, es una pura joya.
Las 10 mejores películas de terror del cine mudo:
El caldero infernal (1903), de Georges Méliès
Frankenstein (1910), de J. Searle Dawley
El gabinete del Dr. Caligari (1920), de Robert Wiene
Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1920), de John S. Robertson
El Gólem (1920), de Paul Wegener y Carl Boese
La casa encantada (1921), de Buster Keaton y Eddie Cline
La carreta fantasma (1921), de Victor Sjöström
Häxan: La brujería a través de los tiempos (1922), de Benjamin Christensen
El fantasma de la ópera (1925), de Rupert Julian
La caída de la Casa Usher (1928), de Jean Epstein
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ZRS
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