ZEPPELIN ROCK: APRIL WINE - The Nature of the Beast (1981): CRÍTICA Review

sábado, 7 de enero de 2023

APRIL WINE - The Nature of the Beast (1981): CRÍTICA Review

 

por Rockología (@Rockologia_)
del blog Rockologia


Este The Nature of the Beast, noveno disco de estudio de April Wine, se convirtió en su mayor éxito comercial. Publicado en enero de 1981, alcanzó en poco tiempo el disco de platino en Estados Unidos aguantando treinta y cuatro semanas en el top200 de ventas; en su Canadá natal, llegó al doble platino, impulsándoles un escalón más arriba del que ya estaban. Porque estos tipos vivían desde principios de los setenta, de un modo u otro, dando guerra. April Wine alcanzaron su primer éxito a ambos lados de la frontera con su cuarto trabajo, Stand back (1975), doble platino en Canadá, y mantuvieron el pulso con los siguientes discos, pero, sobre todo, con varios singles que llamaron la atención del público ascendiendo en las listas de ventas. Se convirtieron en habituales de los circuitos acompañando a bandas como Rush, Kiss, Triumph, Journey o Styx. Su disco de 1979, First glance, se convirtió en el primero en alcanzar el oro en Estados Unidos; haber firmado por Capitol demostró ser determinante. Para ese álbum (para la gira anterior, en realidad) habían introducido un tercer guitarrista en el grupo, consiguiendo un sonido bestial en directo que intentaron trasladar al estudio. Tras un más que recomendable Harder… faster (1980), que aparecerá por aquí pronto, llegamos a este noveno álbum, el que les dio armas para comandar su propio tour como cabezas de cartel en los USA y a girar por Europa.



La banda la formaban Myles Goodwyn, único miembro original a estas alturas, a la voz, la guitarra y los teclados, los otros dos guitarristas, Gary Moffet y Brian Greenway (este también a la voz), el bajista Steve Lang y el batería Jerry Mercer. Lo produje el jefe Goodwyn con el afamado Mike Stone (ese mismo año hizo el Escape de Journey) en los estudios británicos The Manor, lugar en el que ya habían grabado por entonces Mike Oldfield, Gene Simmons, Queen o Van Morrison



Me gustan los discos que comienzan enseñando todas las armas, como diciendo «aquí vas a escuchar esto». Y «esto» son riffs a dos guitarras o tres, melodías vocales pegadizas, estribillos con el único objetivo de hacerte cantar y letras hedonistas sobre la vida desenfrenada. All over town tiene todo esto y añade una voz procesada acompañando a la principal en el estribillo y voces dobladas sin vergüenza ninguna. «You´re so neat, you´re so cute, you´re so fine/you know that eveybody wants some action». La mujer inalcanzable se marcha de mi corazón (al de otro). Una canción trabajada para ser un single de la época. Nos retrotrae unos años atrás Tellin´me lies, con unas guitarras seventies y un tratamiento de las armonías más parecido a discos anteriores, con un gran estribillo a varias voces y los guitarristas jugueteando entre sí. Suena a continuación la cover de Sign of the Gypsy Queen, que se convirtió en un obligatorio de sus directos. Combina las acústicas de las estrofas iniciales con un arranque guitarrero rotundo en el estribillo, con voces armonizadas, para volver de nuevo a repetir el esquema. Funciona muy bien, sobre todo porque la línea melódica de la voz se desarrolla con ligereza y fluye bien. Además, uno de los temas más elaborados, con un cambio de tono y ritmo en la parte central para arrancar de nuevo hacia el final. La balada necesaria se titula Just between you and me y juega con una hermosa melodía sobre un ritmo simplón y unos arreglos manidos. Sin embargo, las partes de guitarra y el estribillo dan poder al corte. Se editó como single rompiendo la barrera del top20 y manteniéndose en lo alto de las listas de ventas durante once semanas. El contraste con Wanna rock es bestial: apenas dos minutos de rock directo con cierto tufillo rockabilly (años cincuenta a tope), divertido y bailable «don’t waste my money driving ‘round in a car/save my money for electric guitars». Y cerramos la cara A con Caught in the crossfire, más elaborado y profundo, jugando con los tempos y los espacios sonoros, en especial en la forma de introducir y esconder las guitarras; quizá el rollo espacial de la parte central tenga un tufo arcaico hoy en día.



La cara B comienza con  Future tense y su mensaje carpe diem «I try for satisfaction/you always let it slide/every day is like the last day». Uno de los cortes más poperos, comienza con una estrofa en la que guitarra y voz se van alternando, con un puente-estribillo con una voz robotizada, para pasar a un solo de pregunta-respuesta seguido de una parte melódica estupenda. Más roquera suena desde su inicio Big city girls, con buen riff y las guitarras conjugando con los arreglos y las armonías entre ellas y con las voces, dando pie a un curioso juego sonoro. El estribillo me recuerda (de lejos) al Big city nights de Scorpions. Una canción sobre las chicas de la calle: «the message was clear/if you wanna play, you gotta pay». Aceleramos a fondo en Crash and burn y su canto a la vida rápida, sin pensar en las consecuencias «the paper´s gonna say we´re crazy/no matter what the say/you know I´m gonna rock all night/gonna rock all night and day». Estribillo directo brutote y gran solo. Mantiene el pulso malote Bad boys con el riff a dos guitarras y más hedonismo en su mensaje; los chicos malos salen de pesca «I look out the window, see the fishes get the run-around». El (quizá) mejor solo con un juego curioso con el bajo, excelente todo el corte, por cierto. Y fantástico riff twin guitar en One more time que aparece otra vez en el puente y en el solo, gran estribillo. Una canción genial, divertida, directa, para cerrar con una letra sencilla: ¿a quién no le ha pasado? ¿a quién no le han dicho «tómate la última»? Pues eso. «One more time before we go». Casi se palpa la resignación en la forma de cantar.


La portada, encargada a Bob Lemm, representa esa fuerza del directo, ese animal que las letras del disco intentan describir, el salvaje del día a día al que poco le importa lo que pase al final del concierto o las consecuencias de lo que hace. Esa es la naturaleza de esta bestia. Además, da una sensación de ritmo, de movimiento. De la foto de la contraportada, obra de Andrze Duvel, poco voy a añadir; los ochenta fueron años duros para la estética roquera. Como curiosidad, el álbum está dedicado a John Bonham y Johnny Weissmuller (sí, el famoso Tarzán).

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