Por Esteban Martínez (@EMartineC)
Con su noveno álbum, Meshuggah vuelven a mostrarse intratables, trece canciones en poco más de una hora dan muestras de que los tipos se han tomado completamente en serio la tarea y en lugar de lanzar un trabajo cualquiera con el objetivo de salir de gira, nos desafían a seguir ahí, atentos a su propuesta. En este sentido, Immutable marca diferencia respecto a sus antecesores, hay elementos acá que viajan en diferentes direcciones con una banda que ha intentado cortar el álbum en distintos instantes y no repetirse en exceso con las ideas. Esto queda sobre la mesa de inmediato en la partida con 'Broken cog', que desarrolla una estructura en modo introductorio que va abriéndose paso mientras avanza, de hecho, la voz ingresa con fuerza recién en el minuto final, marcando así un tema que prácticamente es instrumental. De ahí en adelante, los elementos clásicos de Meshuggah aparecerán, el peso de las guitarras, esos riffs cortados, las atmósferas inmersivas, la batería sincopada o la incombustible garganta de Jens Kidman aparecerán en toda la primera parte del álbum, con cosas bien intensas como 'The abysmal eye' (tremendo acá Tomas Haake en los pedales una vez más, vaya monstruo) o 'Ligature marks', mientras que en 'Light the shortening fuse', 'God he sees in mirrors' o 'Phantoms' irán sobre esas estructuras sólidas como muro aunque repetitivas.
La cara B del disco abrirá con el sólido instrumental progresivo de nueve minutos 'They move below', en una nueva intención por romper con lo esperado, al cual se sumará una cortina de guitarras de dos minutos en 'Black cathedral', y entre estas el peso característico de cosas como 'Kaleidoscope', 'I am that thirst', con esos cierres en modo loop tan Meshuggah, y 'The fauthless', para cerrar definitivamente con una despiadada 'Armies of the preposterous' (nuevamente Tomas Haake enorme) seguida de la absoluta paz, calma y tranquilidad de 'Past tense', un bicho raro que viene bien tras una hora de furia incesante.
Immutable es un disco que seguro entrará bien entre quienes siguen a Meshuggah y se sientes cómodos en su universo, sin embargo, marca ciertas diferencias respecto a sus antecesores inmediatos. Los suecos saben tienen un nombre ganado pero no por esto dejan de esforzarse en su afán de hacer bien lo que mejor saben hacer, un metal afilado, agresivo, de precisión matemática y dignísimo respecto al tamaño de la leyenda.
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