by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)
Una película simpática, piltrafillas, producida por New World Pictures –la empresa de Roger Corman, señal de calidad aunque sea en el universo de la serie B-, con un inicio musical a cargo de James Horner muy inquietante, una mezcla gore de película de terror con monstruos –producto de experimentos biológicos- y cinta de denuncia ecológica en la que se explica como la avaricia de una empresa por conseguir ejemplares de salmón más grandes en menos tiempo les hace investigar con un compuesto a base de hormonas del crecimiento alteradas. Un buen día, unos salmones tratados con ese compuesto escapan del laboratorio y van a parar al mar, en donde no tardan en formar parte de la cadena alimenticia de otros peces, tales como –ojo al dato, amiguitos- unos ejemplares de celacanto que aún residen en esas aguas. Ahora ya sabemos, gracias a Humanoides del abismo, que unos peces prehistóricos sometidos a la hormona del crecimiento se convierten en una especie de hombres-rana verdes con un cerebro enorme y gusto por violar a las bañistas. Personajes poco definidos, interpretaciones de pena, pescadores malos, indios buenos, chicas gritonas, monstruos de látex... En resumen, una película distraída para ver con una copa de ron añejo o de brandy y una buena dosis de nostalgia.
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